En este artículo llegamos al sexto principio de la guía de la American Psychological Association (APA) sobre 10 principios para que las familias puedan ayudar a sus niñas o niños a aprender y tener éxito en la escuela.
Principio 6. Las niñas y niños responden mejor cuando tienen unas expectativas claras sobre lo que tienen que hacer.
A veces, cuando tenemos alguna tarea que realizar o una idea que llevar a cabo, puede ser que no sepamos por dónde empezar o cómo hacerlo. Valoramos muchísimo lo que otras personas puedan pensar de nosotros ante ello pero puede que no sepamos bien qué esperan que hagamos. Las familias tienen expectativas sobre sus pequeñas y pequeños, ya sea sobre tareas escolares, del hogar o el uso de tecnología. El aprendizaje y el comportamiento de la infancia puede mejorar cuando las personas adultas les comunicamos las expectativas y los deseos que tenemos de forma clara, específica y habitualmente. La forma en que la familia le comunique sus expectativas a los menores influirá en cómo respondan a esas esperanzas para cumplirlas con éxito o no. Si la niña o el niño se siente presionado cuando le comunicamos lo que esperamos, y lo hacemos a modo de imposición, se mostrarán menos dispuestos a escucharnos y fácilmente sentirán rechazo. Nuestras expectativas deben ser consensuadas y debatidas con ellos y ellas para que se sientan incluidos. De esta forma será más fácil que comprendan lo que esperamos y estén abiertos a seguir esas expectativas.
¿Qué puede hacer la familia?
Eligiendo expectativas apropiadas, claras e involucrando al niño o la niña para establecerlas, puedes ayudarle a cumplir esos progresos esperados con éxito. Por ejemplo:
- Sé específico. Por ejemplo, en lugar de decirle “quiero que hagas bien las actividades (escolares)”, puedes decirle “por favor, asegúrate de hacer todas las preguntas que tienes de la ficha y revisa las respuestas”.
- Muéstrale expectativas y retos de una dificultad un poco superior a sus capacidades. Así le harás ver que confías en sus progresos. Por un lado, recordamos que aquellas expectativas (positivas o negativas) que tengamos se terminan cumpliendo, lo que se llama “efecto Pigmalión” o “profecía autocumplida”. Por otro lado, matizamos aquí la importancia de ofrecerle la ayuda y el apoyo precisos cuando sea necesario para que complete lo propuesto.
- Involucra al menor a la hora de establecer las expectativas. Incorpora sus aportaciones. Por ejemplo, podéis hablar sobre cuándo hacer los deberes, e incluir también sus ideas (tomar la merienda antes de la tarea, pasear un rato después de terminarlas, etc.).
- Si alguna propuesta establecida no está cumpliéndose, escoge un momento en que el niño y tú estéis calmados y habladlo. Pregúntale qué está impidiendo que se cumpla o por qué le resulta difícil llevarlo a cabo. Trata de dialogar con ella o él posibilidades o alternativas que podrían ayudar a mejorarlo. Establece y reflexiona con la o el menor qué consecuencias puede haber si no se sigue esa propuesta.
- Intenta usar un tono positivo y pon el foco en lo que está consiguiendo y haciendo bien. Sugiérele lo que podría mejorar en lugar de criticar lo que hace mal.
- Dale feedback positivo frecuentemente en cada pequeña mejora que veas. Esto le ayudará a ver su progreso y querer continuar. Sé concreto cuando le felicites por algo. Por ejemplo, en lugar de decirle “estoy orgullosa porque has hecho los deberes”, puedes decirle “me ha gustado muchísimo que hoy hayas empezado a hacer los deberes sin que te lo diga nadie; has sido responsable y te has esforzado hasta terminarlo todo”. Resaltamos, en este aspecto, la importancia de valorar y premiar el esfuerzo y los progresos, ya que los buenos resultados esperados irán surgiendo a medida que siga esforzándose y mejorando poco a poco.
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Maestro de educación primaria y especialista de inglés