Si buscamos mejoras, tanto en nosotros y nosotras como en los demás y en nuestro entorno, debemos tener en cuenta dos factores clave que se alimentan mutuamente: el esfuerzo y las expectativas. En ocasiones nos llegan discursos desacertados sobre esta temática, afirmando que existen peligros en exponer al alumnado a retos de alto nivel de forma prematura. Otra afirmación que escuchamos es que «hay que esperar a que el alumno madure» para enseñarle ciertos contenidos. Las investigaciones han mostrado todo lo contrario: debemos, como personas adultas, tener altas expectativas hacia los y las menores, y ofrecerles aprendizajes y estímulos que les supongan retos. Debemos exponer a la infancia a desafíos que les lleven a estadios superiores, y en ese proceso se favorece el desarrollo y la maduración.
A continuación compartimos una serie de artículos para reflexionar relacionados con las expectativas, la maduración y la importancia del esfuerzo:
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Esfuerzo, fuente de motivación
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La inteligencia se mejora con esfuerzo
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Cuanto antes subamos las expectativas, mejor
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Aprovechar el efecto Pigmalión en educación
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Las expectativas docentes marcan vidas
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¿Esperar a que maduren?