El fin de semana pasado tuve la suerte de asistir a las I Jornadas de coeducación basada en evidencias organizadas por la asociación Asturias AEBE. Ahora sé que lo que nos llega sobre violencia de género es solo la punta del iceberg, que lo que está en la base no siempre se ve, y sé que la forma de desmontarlo es la educación. Necesitamos enseñar a todos los niños y niñas sobre feminismo y romper con todas las ideas equivocadas que tenemos. El feminismo no es una lucha solo de mujeres.
Desde la administración, de una forma u otra según la región, nos exigen que en todos los colegios exista un plan de coeducación. Hasta aquí todo bien, pero debemos preguntarnos: ¿vale cualquier plan? ¿Nos vamos a conformar con el primer programa que nos presenten sin saber qué resultados está dando? ¿Vamos a arriesgar y “probar suerte” con nuestros alumnos y alumnas, con nuestros hijos e hijas? ¿Es suficiente trabajar la coeducación realizando una actividad el día de la mujer o una actividad al trimestre?
Las respuestas a todas estas preguntas se vieron mucho más claras escuchando a personas investigadoras de primer nivel mundial como Ramón Flecha, Rosa Valls, Sandra Racionero, Lidia Puigvert, Marta Soler, Harkaitz Zubiri o Esther Roca. La educación feminista se debe trabajar desde los 0 años, pero no nos vale de cualquier forma. Ya hay mucha investigación de impacto social, realizada en cocreación con alumnado y familiares, que demuestra qué actuaciones son las que están dando mejores resultados en este aspecto, todas ellas gratuitas. Las claves las definía muy bien la Dra. Esther Roca; a continuación, trataré de resumirlas:
- Aplicar en el centro escolar el modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos. Un modelo que implica a toda la comunidad donde profesorado, familias y alumnado se forman, dialogan y actúan de forma unida para conseguir una escuela violencia 0. Es muy importante aprovechar la diversidad cultural de nuestras comunidades educativas e incluir a todas las voces en diálogo igualitario. Una de las afirmaciones que más me llamó la atención como maestra fue que no podemos pensar que somos mejores, solo tenemos información diferente con la que podemos contribuir.
- Club de valientes violencia 0. Es un grupo de personas que siempre se posicionan en contra de cualquier tipo de violencia, realizando asambleas donde se trabaja continuamente qué es ser valiente (una persona que trata bien, que si es testigo de una agresión actúa, que es solidaria, que respeta el no…) y temas como la amistad verdadera o el amor. No podemos decir a los niños y niñas que todos somos amigos o amigas. Somos compañeros o compañeras, pero para ser un amigo o amiga hay que cumplir muchas más cosas que compartir un espacio de clase.
- Tertulias feministas dialógicas, donde se debaten con el alumnado las contribuciones feministas en espacios seguros. No se trata de imponer nuestro conocimiento sino de poder dialogar con ellos y ellas, utilizando el lenguaje del deseo y no solo el de la ética, para que puedan construir esa consciencia crítica. En estas tertulias podemos debatir sobre temas como qué tipo de personas me gustan como amigos o parejas (según la edad) y por qué, e ir desvinculando lo atractivo de lo violento para “que lo que me atraiga sea lo bueno”; no se trata de identificar qué persona es buena y me conviene, se trata de que la persona buena, que me respeta y me trata bien, sea la que me atraiga para tener una relación, ya sea afectivosexual o de amistad.
Y, ahora, mi pregunta es: si esto tiene un aval científico y ya sabemos que mejora las vidas de los niños y niñas fomentando la igualdad, la solidaridad y el pensamiento crítico en contra del sexismo, ¿por qué no se aplica en todos los centros escolares y dejamos de “probar cosas” que no sabemos si mejoran o incluso sabemos que empeoran estos aspectos?