Desde la educación superior, observamos el esfuerzo que las políticas educativas realizan por expandir el acceso a la educación superior a los colectivos más vulnerables. Esto se refleja en la cantidad y diversidad en las matriculaciones universitarias de población más vulnerable, pero no en las graduaciones finales de los mismos ni en el acceso a los estudios superiores de determinadas etnias minoritarias, como es el pueblo romaní.

Los esfuerzos realizados son necesarios pero insuficientes. Así lo corroboran estudios recientes como UNIROMA, que señalan que las tasas de graduación universitaria de la población gitana siguen siendo bajas. Asimismo, abordan la importancia de los factores sociales de éxito en la culminación de la educación superior, con un enfoque especial en grupos vulnerables romaníes, como estudiantes de primera generación dentro de sus comunidades.

Ante esta realidad, ¿qué podemos hacer desde las universidades para influir en el éxito académico de este alumnado minoritario? ¿Cuáles son las claves del éxito?

En primer lugar, es clave la eliminación de factores discriminatorios y el aumento de la sensibilización cultural en las instituciones académicas superiores, así como el apoyo social, académico y económico que permita el acceso y el mantenimiento de la comunidad gitana en la educación superior, y que genere un número cada vez más elevado de referentes académicos romaníes en las universidades.

A pesar de que parte del alumnado más vulnerable logra movilizar apoyos y obtener capital social a través de sus redes y de los apoyos académicos recibidos, todavía gran parte abandona la educación superior debido a la falta de apoyo económico, familiar, de iguales y de profesorado. Para garantizar el éxito de estos grupos minoritarios, es crucial superar estas desigualdades, poniendo en práctica programas que logren un acceso inclusivo real a la educación superior y que refuercen la persistencia y los buenos resultados académicos.

Detectados los factores sociales que determinan el éxito académico universitario, son relevantes los retos que afrontan las comunidades de aprendizaje (CdA) para eliminar las barreras socioformativas a las que se enfrenta el estudiantado más vulnerable. Sus programas garantizan las siguientes claves de éxito, que se fundamentan en la lucha contra las desigualdades sociales y se transfieren al contexto universitario:  

  • Amplían las redes comunitarias y entre iguales y promueven la creación de capital social relacionado con la formación académica superior. 
  • Fortalecen el capital social de las familias, incentivándolas a participar activamente en la vida académica de sus hijos e hijas, a comprometerse con su continuidad académica y a superar las barreras a las que conduce una escasa formación. Las interacciones académicas y sociales que promueve con especial cuidado la CdA se asocian positivamente con la mejora de las capacidades cognitivas, la autoeficacia y el éxito temprano en los estudios. 
  • Mejoran la pertenencia a la institución académica y la relación del estudiantado con el profesorado.
  • Ponen en marcha acciones de altas expectativas para todo el alumnado, como la mentoría entre iguales y otros sistemas de apoyo académico que reducen el abandono escolar y compensan, de nuevo, la carencia de capital social del estudiantado más vulnerable.

¿Qué pasaría en el ámbito laboral si hoy tuviéramos un número bastante elevado de romaníes con titulación universitaria? ¿Qué beneficios supondría en términos de igualdad y de cohesión social? Para garantizar el éxito de estos grupos minoritarios, es crucial la puesta en práctica de actuaciones educativas de éxito en la educación superior, que refuercen la persistencia y los buenos resultados académicos para romper con el ciclo de la pobreza y la exclusión social que reproduce una formación con graves deficiencias inclusivas.

[Imagen: Freepik]
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Por Carolina Grau

Licenciada en Pedagogía y profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Valencia