Hace unas horas he asistido a un nuevo webinar de Education Now, un recurso ofrecido en abierto y de manera gratuita por la Harvard Graduate School of Education que te recomiendo explorar. En esta ocasión, en el diálogo han participado un alumno de último curso de secundaria, una profesora de la Universidad de Stanford y un profesor de Harvard.
Actualmente, se está planteando la pregunta de si la inteligencia artificial (IA) supone una amenaza para el aprendizaje, para el esfuerzo y, en definitiva, para la calidad de la educación. Se trata de una herramienta a la que puedes pedirle, literalmente, «escribe una redacción sobre … que tenga … palabras, para … curso de …», añadiendo todos los detalles que necesites. Semejante potencial genera muchos miedos entre el profesorado. Sin embargo, quienes están usando ChatGPT de manera habitual tienen claro que no podemos mirar a otro lado y que tenemos que quitarnos ese miedo poco a poco.
¿Qué dice un alumno de secundaria sobre la manera en que él y sus compañeros usan ChatGPT?
En cuanto le preguntan si ve que el alumnado hace trampas (si le pide a la IA que haga todo el trabajo), espontáneamente responde que sí, que hay quien lo hace, pero que son las personas que ya hacían trampas o copiaban antes de tener esta tecnología. Además, añade que aquellas personas que son capaces de obtener un trabajo de calidad usando ChatGPT también son capaces de hacerlo sin la herramienta. La explicación es que hay que comprender cómo funciona, saber qué pedirle y cómo pedírselo para que te proporcione un material válido sobre el que trabajar.
El alumno explica que, sobre todo, usa la IA para mejorar sus escritos, y pone como ejemplo una tarea en la que tenía que elaborar un artículo con un propósito concreto y dirigido a un tipo de lectores concreto. Tras pedir valoración a ChatGPT sobre la coherencia y la claridad del texto, le pregunta: «¿qué pensaría el americano medio al leer mi artículo?» Sin duda, tiene razón cuando dice que hay que comprender cómo funciona y pensar bien cómo puede ayudarnos este tipo de herramienta.
¿Qué usos le está dando el profesorado?
En la conversación, nos dan muchos ejemplos, entre los cuales me han llamado mucho la atención los siguientes:
- Proporcionan a ChatGPT su planificación, su programación u otros documentos para pedirle valoración y sugerencias. Si lo piensas, es muy difícil conseguir que otra persona dedique su tiempo a hacer esa tarea, y la IA lo hace en segundos y las veces que quieras. De hecho, si no te ayuda su respuesta, se lo puedes explicar y matizar para conseguir el feedback que más pueda servirte.
- Piden a ChatGPT que modifique una prueba, por ejemplo un examen de opción múltiple (tipo test), para que reordene las preguntas y las respuestas de formas aleatorias, de manera que al repartirlos se minimice la posibilidad de que el alumnado copie.
- Le dicen que adapte un texto, una explicación, una prueba de evaluación, etc. para un alumno o alumna que tiene ciertas dificultades, indicando las necesidades que tiene y otros detalles.
El profesor de Harvard habla del miedo que tiene la mayoría del profesorado por no sentirse cómodo con una herramienta que desconoce, y recomienda honestidad con el alumnado. En concreto, sus palabras han sido (permíteme que lo traduzca):
Mirad, esta es la tecnología, y esto es lo que yo sé. ¿Qué pensáis?
En conclusión, es normal dudar de las respuestas que proporciona ChatGPT pero, como comentaban estas tres personas, hay que ser críticos con cualquier tipo de feedback, también cuando viene de una persona, ¿no?
Acabo con una reflexión de la profesora de Sanford:
Solo es una herramienta. No te llevará al final del camino.
[Imagen generada por IA en Freepik]
Maestro de primaria