Seguro que será una gran película la que podremos ver en noviembre. Ridley Scott y Joaquin Phoenix vuelven a ofrecernos una obra maestra, y de más trascendencia que la anterior para el mundo actual. En el tráiler oficial ya se ve que tiene errores históricos importantes, como en la escena del lago, que quizá sean parte de una búsqueda de audiencia que podría dificultar la profunda reflexión que para el mundo actual aporta ese personaje. No obstante, el probable éxito del film crea una situación favorable para que corrijamos sus errores y generemos reflexión en nuestros diálogos en las aulas, las familias o las cafeterías.
La mayoría de lo que se ha escrito, oído, visto y hablado sobre Napoleón se centra en sus campañas militares, que algunos presentan como de extensión de la revolución francesa a Europa e incluso a sus colonias. Ese tema une en su admiración a fans de las guerras y a “revolucionarios” que entienden la revolución como matar muchas personas y concentrar el poder en un individuo cuasidivino que no se somete a elecciones democráticas. Para ensalzar a esos dictadores, se afirma que son un paso inevitable de toda revolución, falsificando la historia de forma tan grave como para presentar la francesa como la primera revolución democrática que iluminó a todas las demás. La realidad es la contraria, pues la primera democracia moderna fue la estadounidense –de la cual aprendió (mal) la revolución francesa– y no ha derivado en una dictadura unipersonal y militar.
Por el contrario, personas sensibles y partidarias de los derechos humanos como Beethoven o Goya se vieron profundamente decepcionados porque una revolución que prometió libertad, igualdad y fraternidad pronto se convirtió en una dictadura militar en manos de un emperador. Esa es la reflexión fundamental, ¿cómo una revolución presuntamente democrática llevó a esa dictadura y a la muerte de personas como las dos primeras que escribieron libros sobre la igualdad de derechos de las mujeres?
¿Qué podemos hacer para no dejar a familiares jóvenes, a las futuras generaciones, un mundo que cada vez más esté dominado por una dictadura? Cuando un profesor de lo equivalente al actual primero de la ESO nos puso como trabajo leer un libro sobre un personaje histórico elegí, por influencia de Beethoven y Goya, uno de Napoleón, pero no de las batallas que ganó o perdió, sino del contexto de París y de su proceso personal que llevaron a su poder absoluto. Parte de las reflexiones entonces iniciadas las he incluido en la teoría de sociedad dialógica.