El curso escolar llega a su término y eso conlleva tomar decisiones pedagógicas pertinentes para el progreso del alumnado. Con el pretexto del bajo rendimiento académico, la repetición sigue siendo una práctica actual pese a que las investigaciones demuestran que provoca consecuencias adversas en los resultados académicos y en los aspectos socioemocionales.

 Pruebas de ello son la afectación en la autoestima y el autoconcepto, las altas tasas de abandono escolar, la desmotivación hacia el aprendizaje, el absentismo, el aumento de conductas disruptivas, una menor evolución cognitiva y una baja probabilidad de seguir progresando en la secundaria ya que, a largo plazo, permanece el miedo al fracaso y eso obstaculiza el logro de las metas académicas. Por tanto, esta práctica de retener al alumnado en el mismo curso y la ocurrencia de justificarlo por un deficiente rendimiento académico quedan desmontadas.

Cabe tener muy presente que hay alumnado con riesgo de repetición por sus situaciones  socioeconómicas desfavorecidas, necesidades educativas específicas, pertenecer a  minorías étnicas o incluso por presentar rasgos físicos y psicosociales asociados a la inmadurez. Además, las bajas expectativas que a veces se proyectan por parte de los y las profesionales hacia estos estudiantes retroalimentan la involución cognitiva y psicosocial.

Por consiguiente, a la hora de decidir sobre la repetición de curso, se tiene que evaluar cada caso, teniendo en cuenta las aportaciones que las evidencias científicas nos brindan y que permiten sustentar nuestras decisiones con argumentos de validez.

Los criterios pedagógicos de los y las profesionales, además de centrarse en los resultados académicos, también deben poner el foco en la salud mental, la cual influye en el rendimiento intelectual. Está demostrado que el autoconcepto académico tiene un impacto determinante en los resultados escolares y viceversa; los resultados académicos influyen directamente en el autoconcepto. Por lo tanto, es muy relevante tener en cuenta los componentes afectivos del aprendizaje y promover en el alumnado:

  • percepción positiva de sus habilidades cognitivas 
  • motivación académica
  • valoración de la escuela
  • asistencia y persistencia en las tareas
  • orientación en las tareas
  • participación y conexión en los aprendizajes

 Para que las desigualdades no vayan aumentando a medida que transcurre la vida escolar a causa de prácticas y teorías reproduccionistas, se tienen que llevar a cabo políticas educativas preventivas de la repetición enfocadas a potenciar el hábito lector desde las primeras edades. De esta manera, se proporciona el sostén para desarrollar el andamiaje hacia el conocimiento y las habilidades que lo generan.

Por ende, es de gran relevancia que, desde las escuelas, se trabaje para posicionarse activamente frente  a las prácticas  que no funcionan y que repercuten negativamente  en el alumnado. Ofreciendo, como solución, las evidencias científicas, que en definitiva es lo que sí está demostrado que mejora la vida intelectual y socioemocional de todas las niñas y niños independientemente de su condición.

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Por Isabel Bixquert

Maestra de primaria, colegio Profesor Luis Braille (Valencia). Participante de la tertulia pedagógica dialógica "A Muscles de Gegants"