Un tema que preocupa mucho a la sociedad es la diferencia de resultados entre alumnado de nivel socioeconómico alto y bajo. Las familias con más recursos pueden permitirse clases particulares y de refuerzo, lo cual podría causar desigualdad entre unos y otros. Sin embargo existe mucha evidencia científica sobre cómo la extensión de los tiempos de aprendizaje, promovida por las escuelas en colaboración con otros agentes, mejora los resultados de todo el alumnado, no solo de una parte. Además, promueve el aprendizaje cultural, su diversidad y los valores y sentimientos en los barrios y comunidades educativas.
Hoy hablamos con cuatro escuelas para conocer cómo consiguen esa transformación.
Tenemos en primer lugar a Elena, de la escuela Eres Altes, en Riba-roja de Túria. Hola, Elena. A veces oímos en las escuelas que no hay tiempo ni recursos disponibles para atender las necesidades de todo el alumnado. ¿Cómo aprovecha vuestra escuela los tiempos y espacios disponibles para promover el aprendizaje de todo el alumnado sin distinción?
En nuestra escuela hemos creado un espacio conocido como «Biblioteca Oberta» que se organiza todos los días de la semana, en horario de comedor, dirigido especialmente a niños y niñas desde tercero a sexto de primaria. Está pensado para que realicen o adelanten deberes, para que ayuden a otros compañeros y compañeras que puedan mostrar algunas dificultades en alguna asignatura en general o en algún contenido en particular, mostrando un gran sentimiento de solidaridad y generosidad, así como de acompañamiento para que nadie que lo desee se quede atrás.
¿Cómo funciona? Todos los días, a la hora del almuerzo, una maestra (o maestro) apunta qué alumnado quiere participar en este espacio. Cuando acaban de comer, se dirigen a la biblioteca para realizar sus tareas en colaboración con las monitoras del comedor. Con ello, aprenden a autorregular sus tiempos y responsabilidades y también a organizarse. En ocasiones, somos las y los docentes quienes recomendamos, en consenso con las familias, que utilicen este espacio de manera fija una o dos veces por semana. Y otras veces, elaboramos materiales complementarios de aceleración en aprendizajes instrumentales tales como lectura, escritura o matemáticas.
Paralelamente, en el momento del patio del almuerzo, se abre la sala de informática, 4 días a la semana, en la que un o una docente ayuda y guía en el uso de este espacio. Los y las niñas se conectan para investigar, profundizar en contenidos curriculares, elaborar presentaciones o trabajos digitales con determinadas aplicaciones. Una de las finalidades es ofrecer más a quien más lo necesita con el mismo espíritu que la biblioteca oberta, para conseguir no solo la igualdad de oportunidades sino la igualdad de resultados.
En estos espacios se respira solidaridad, aprendizaje instrumental y creación de sentido cuando escuchas, por ejemplo, a un alumno de tu clase diciendo: «Es mejor y más divertido hacer los deberes juntos, en la Biblioteca Oberta, porque en casa, cuando estás solo y no sabes cómo hacerlo y tus padres no saben cómo ayudarte, tus amigos seguro que lo hacen».
A continuación Pilar, profesora del Instituto Alfonso II de Oviedo, nos explica que han introducido en su colegio, como extensión del tiempo de aprendizaje, la biblioteca tutorizada. Pilar, ¿Por qué incorporasteis esta actuación en el instituto y qué valoración realizas al respecto?
Iniciamos este espacio por una cuestión de necesidad y de justicia, porque los chicos y chicas que más necesidad tenían no se lo podían permitir. Mucho de este alumnado es cierto que recibía apoyos de algunas entidades que teníamos alrededor, pero observamos que no se acababa de conectar bien lo que aprendían en el instituto con lo que hacían allí. Hacían otras cosas no vinculadas a las tareas del instituto. También teníamos otra parte del alumnado que no accedía a ningún tipo de apoyo.
Una madre coordina los horarios del voluntariado que son familias, profesorado jubilado, ex-alumnado y profesorado que quiere hacerlo. Desde sus inicios hemos implicado a las familias. Sabemos, por todas la evidencias científicas que existen, que hay alumnado que necesita más tiempos de aprendizaje, y creo que como ciudadanía, como profesionales de la educación y como administración pública, tenemos la obligación de favorecer que puedan tener estos espacios de extensión y que esto no dependa solo de unas condiciones familiares.
En la biblioteca tutorizada se hacen tareas, resolución de dudas de los aprendizajes y juegos educativos para favorecer el aprendizaje y la convivencia. Un aspecto a destacar es el impacto que está teniendo en la vinculación de la comunidad con el colegio, que no conseguimos con otras actividades extraescolares. El voluntariado nota mucho cómo el alumnado agradece esa ayuda desinteresada y esto también impacta en la responsabilidad con la que toman su aprendizaje y les cambia la visión que tienen de su colegio. Se crean relaciones preciosas entre los chicos y chicas y las personas adultas; relaciones académicas pero también de modelos de conducta y de cómo comportarse en sociedad. Entre los chicos y las chicas también se crean relaciones más pacíficas y más creadoras, no solo para compartir ocio, sino también para mejorarse y ayudarse mutuamente uno al otro en mates, y viceversa en dibujo, etc. Observamos en todas las personas que participamos transformaciones muy potentes que ayudan al aprendizaje y a la cohesión social de la comunidad.
Sobre los chicos y chicas con necesidades educativas especiales, por ejemplo, muchos directamente están excluidos de las clases particulares. En una academia, por ejemplo, es difícil que encuentren espacios que vinculen esas clases con los aprendizajes del aula y que lo hagan con una mirada de alta expectativa. Es maravilloso verles como llegan a la tarde, se sientan con los compañeros y compañeras de clase y que también aportan. Trabajan conjuntamente. Tenemos chicos y chicas con problemas cognitivos importantes y han mejorado muchísimo los resultados académicos y también sus relaciones sociales.
A continuación, en L’Escolaica (Cullera), escuela de infantil y primaria, su directora, Sara Carbonell, responde a nuestra pregunta. Sara, ¿cómo lo hacéis para dar a todo el alumnado ese refuerzo extra en la misma escuela?
De 15.30 h. a 17.00 h., tras las jornada escolar, agrupamos al alumnado que se queda por ciclos con monitoras y organizamos el aula de forma que promovamos interacciones de calidad entre ellos y ellas. Planteamos actividades de aprendizaje de alto nivel, es decir, tanto actividades que profundicen en los aprendizajes que se están dando ya en la aulas, como introducir otros nuevos para ir preparando aprendizajes futuros, sobre todo a los que tienen más dificultades, de forma que cuando en clase se presenten por primera vez, este alumnado ya venga con una base y un conocimiento sobre esto. También se repasan los contenidos que más les cuestan. Otros días introducimos aprendizajes de alto nivel cultural a través de tertulias artísticas en las que, una vez por semana, todo el alumnado de la escuela dialoga sobre las mejores obras artísticas que ha habido a lo largo de la humanidad.
Por último tenemos a Susana Gómez, del CEIP Antonio Ferrandis (barrio de La Coma, Paterna), una escuela que recibe alumnado que vive en entornos de máxima exclusión. Susana, estás coordinando desde este curso la biblioteca tutorizada como extensión del tiempo de aprendizaje en tu escuela. ¿Podrías explicarnos cómo funciona y qué impactos estáis empezando a notar en el alumnado?
La biblioteca tutorizada es un espacio de la escuela que se abre más allá del horario escolar para que todo el alumnado pueda tener un lugar y un tiempo en el que realizar las tareas, así como ampliar los momentos de lectura dialógica. El objetivo es mejorar sus aprendizajes y éxito escolar. Comenzamos el pasado mes de septiembre y se lleva a cabo tres tardes a la semana durante una hora. Es un espacio que funciona gracias a la movilización de voluntariado de entidades sociales fuera del barrio, entidades propias del barrio como Fundación Secretariado Gitano y con profesorado en lo que llamamos “las guardias de la jornada continua”. Está siendo muy positivo porque muchos de los niños y las niñas al día siguiente en clase, al llevar los deberes hechos, se empoderan y quieren salir a corregir, leerlos… y están más conectados con el trabajo del aula.
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