Ramón Flecha es investigador número 1 del ranking científico internacional Google Scholar en las categorías de gender violence y social impact (violencia de género e impacto social, respectivamente). Director del proyecto marco europeo Horizon 2020 ALLINTERACT, sobre ampliar y diversificar la participación ciudadana en la ciencia. Creador del proyecto Comunidades de Aprendizaje, cuyo impacto alcanza alrededor de 9.000 escuelas en todo el mundo y cuyas grandes mejoras han sido reconocidas a nivel científico, político y social. 

Es un honor lanzar el Periódico Educación. ¿Cuál diría que es el principal problema con el sistema educativo español? ¿Pasa lo mismo en todos los países?

El principal problema es que no se dan a conocer a las escuelas las actuaciones que las evidencias científicas internacionales han demostrado que generan más éxito en aprendizajes instrumentales, valores, emociones y sentimientos; es el mismo problema que se crearía al derecho a la salud si no se dieran a conocer las vacunas y tratamientos que lo mejoran. Esta situación genera que España salga mucho mejor en evaluaciones de sus servicios de salud que en las evaluaciones de su educación. También ocurre esto en otros países, pero no en los que logran mayores mejoras de resultados. 

Muchas personas se preguntan hoy en día qué ocurre con la educación. Parece evidente que las reformas educativas españolas no mejoran los resultados. ¿Cómo se ha llegado a esta situación a lo largo de la historia?

No hace falta decir que las universidades franquistas no proporcionaban esas evidencias científicas sino que se basaban en bulos que beneficiaban a quienes llegaban a ocupar cátedras con sistemas de selección nada meritocráticos. Durante la transición hubo un cambio de personas, pero no de sistema; seguían accediendo a cátedras personas sin méritos que lograron que la formación de profesionales de educación, universitaria y no universitaria, se basara en bulos y no en evidencias científicas internacionales. Con algunas honrosas excepciones, las reformas se basan en esos catedráticos ocurrentes totalmente desconocidos en la comunidad científica internacional.

¿Puede compartir algunas claves que podrían dar un empujón a los resultados? ¿Servirían esas claves para todos los centros educativos?

Por suerte, la principal de esas claves ya está comenzando. El profesorado, alumnado, familiares, responsables institucionales ya están teniendo acceso libre y gratuito a las evidencias científicas internacionales publicadas en revistas científicas de Harvard o Cambridge. Así descubren que muchas actuaciones educativas en las que se forma a profesionales son bulos que empeoran los resultados.

¿Qué hay de la formación del profesorado? A veces parece que una corriente pedagógica o una metodología nueva nos va a traer la solución pero con el paso de los años dejamos de oír maravillas de ella. ¿Cómo podemos distinguir lo que funciona de lo que no?

El criterio para diferenciarlo en la formación del profesorado es muy claro. ¿Hay evidencia científica publicada de que quien imparte esta formación ha mejorado los resultados de alguna escuela? Aunque no los haya mejorado personalmente, ¿hay evidencia científica publicada de que lo que dice ha mejorado algunos resultados en alguna escuela? Si la respuesta es no, quiere decir que esa formación empeora los resultados en vez de mejorarlos. 

¿Es como en otros ámbitos, como por ejemplo durante la pandemia, que muchas personas creyeron bulos que eran contrarios a las evidencias científicas? ¿Cuál es la responsabilidad que tenemos los medios de comunicación en este asunto?

Desgraciadamente, la gran mayoría de lo que publican los medios sobre educación en España se basa en los bulos de los catedráticos ocurrentes y perjudica seriamente a la educación. Incluso algunos medios que llevan el nombre de educación en su título se dedican a difundir esos bulos y se comportan contrariamente a los valores consensuados en la educación incluso atacando a las víctimas de acoso sexual y a quienes las apoyan.

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