Como se ha señalado en varios artículos de esta publicación, resulta preocupante la presencia dominante de la violencia de género entre adolescentes y jóvenes, por lo que es importante prevenirla desde edades muy tempranas. Diversas investigaciones han demostrado que uno de los elementos clave para prevenir la violencia es eliminar su atractivo. Para lograrlo, no basta con abordarla desde el lenguaje de la ética —lo que está bien y lo que está mal—, sino que es necesario rechazar la violencia desde el lenguaje del deseo: que no guste nada que tenga que ver con ella.
En esta línea, cada vez más escuelas, gracias a la formación, toman conciencia de esta necesidad y de la dificultad que tiene el profesorado para promover el lenguaje del deseo, buscando estrategias que les ayuden a desarrollarlo en sus aulas. La investigación llevada a cabo por López de Aguileta y su equipo nos ayuda a comprender cómo pueden contribuir a ese objetivo las tertulias literarias. El estudio se centra en cinco escuelas y analiza las interacciones generadas en tertulias en torno a diversas obras de literatura universal.
En muchas situaciones, el alumnado utiliza el lenguaje de la ética para debatir sobre temas relacionados con el discurso coercitivo dominante. Sin embargo, en algunas interacciones se recurre al lenguaje del deseo para rechazar dicho discurso, restándole atractivo y expresando que no les gusta. En este artículo se presentan algunas de esas interacciones, con el fin de comprender el potencial de las tertulias para desarrollar un lenguaje del deseo contrario a la violencia.
Por ejemplo, en una sesión sobre Romeo y Julieta, un alumno plantea que no tiene claro si la presión o coacción puede considerarse violencia, y otro responde con seguridad que sí lo es. Además, la intervención termina con una pregunta retórica: «Si te obligan y no quieres hacerlo, ¿por qué lo harías?». Esa pregunta muestra que no está dispuesto a hacer algo por presión de otros, e invita a los demás a reflexionar sobre por qué deberían hacerlo.
En varias interacciones, además de identificar y criticar la violencia presente en los libros, el alumnado establece conexiones con el mundo real. Por ejemplo, un alumno plantea —y provoca la reflexión del grupo— cómo las presiones de ciertas personas, como las que recibe Julieta, pueden influir en que otras elijan determinadas parejas o relaciones, y cómo la presión del grupo puede tener un gran impacto al tomar decisiones importantes o al considerar a alguien que no es “guay”.
En otra tertulia, sobre Orgullo y prejuicio, se observan interacciones similares de rechazo al discurso coercitivo, así como otras en las que se le resta atractivo. Por ejemplo, un alumno afirma que le “gusta mucho” la actitud de quien no se deja presionar ni coaccionar, describiéndola con palabras como “decidida” y “segura de sí misma”. Otros alumnos también ven esa actitud como valiente, y comentan que no siempre es fácil decir no a la presión.
Estos son solo algunos ejemplos de los que se recogen en las tertulias. No sabemos si el alumnado que participa en estas interacciones utiliza el lenguaje del deseo como resultado directo de su participación en la tertulia o debido a otras interacciones y procesos de socialización. Todos los centros participantes en este estudio implementan con éxito otras actuaciones orientadas específicamente a la prevención de la violencia de género, como las tertulias feministas dialógicas o el club de valientes violencia cero. Pero, como señalan las autoras y el autor:
«Puesto que el lenguaje crea pensamiento y realidad (Flecha, 2022), las conversaciones mantenidas en las tertulias ya forman parte de la cadena de sus conversaciones, y serán siempre parte de sus diálogos futuros y, si así lo desean, también de sus decisiones, sueños, deseos y relaciones futuras.»
[Este artículo fue publicado por primera vez en Kaiera el 3 de febrero de 2025]
[Imagen: Freepik]
Asesora de necesidades educativas especiales y coordinadora de la red de Comunidades de Aprendizaje de Euskadi