Una revisión sistemática del abuso y la explotación a la infancia y adolescencia con discapacidad
La explotación y el abuso sexual infantil (EASI) online se han convertido en una de las problemáticas más alarmantes en la era digital, afectando a millones de niños, niñas y adolescentes en todo el mundo. A pesar de que la prevalencia de este tipo de abuso sigue aumentando, la investigación que se enfoca en los niños, niñas y adolescentes con discapacidades es sorprendentemente escasa. Este grupo, por su vulnerabilidad, puede enfrentar mayores riesgos de ser víctima de delitos en línea, como el grooming, la manipulación o las ciberamenazas, que pueden desencadenar consecuencias graves, como problemas de salud mental y aislamiento social.
Con el objetivo de aportar información relevante en este ámbito, un equipo de investigadores e investigadoras llevó a cabo una revisión sistemática de estudios publicados entre 1993 y 2023. Los resultados incluyeron 13 investigaciones que proporcionan una visión detallada sobre las características de las víctimas de explotación y abuso sexual infantil con discapacidades. En los estudios revisados que incluían información sobre la prevalencia del EASI en niños, niñas y adolescentes con discapacidad, se observó una amplia diversidad de edades, desde los 6 y 7 años hasta los 18 años. Aunque algunos estudios no desagregaron por género, se concluye que ambos pueden ser víctimas de este abuso. Las discapacidades asociadas al riesgo de EASI incluyen el trastorno del espectro autista (TEA), el síndrome de Williams, discapacidades intelectuales, el síndrome de deleción 22q11, sordera y problemas de salud crónicos. Algunos estudios indicaron que los niños (especialmente varones) con discapacidades físicas graves parecen ser más vulnerables, aunque no se puede concluir que tengan mayor probabilidad de ser víctimas.
Con respecto a los perpetradores de EASI en la infancia y la adolescencia con discapacidad, los resultados indicaron que pueden ser tanto hombres como mujeres de diversas edades. Las principales plataformas utilizadas para el contacto inicial fueron las redes sociales (50 % de los casos) y WhatsApp (25 %), donde las víctimas ya conocían a los agresores; aunque con menor frecuencia, también se utilizaron sitios de citas y videojuegos. Los tipos de delitos perpetrados incluyeron grooming, ciberacoso, sextorsión y pornografía de venganza. Los agresores utilizaron tácticas como el engaño, la coerción, la manipulación y la captación para manipular a sus víctimas, a menudo ofreciendo regalos o haciendo amenazas cibernéticas.
Las víctimas experimentaron graves consecuencias psicológicas y emocionales, incluyendo aislamiento social, angustia emocional y retirada de las redes sociales. La vulnerabilidad a la revictimización también aumentó debido a la naturaleza aislada de muchas de estas víctimas.
La falta de supervisión de las actividades en línea de niños, niñas y adolescentes con discapacidades ha sido identificada como un factor de riesgo crítico. Los resultados de esta revisión subrayaron la necesidad urgente de aumentar la conciencia y el apoyo para prevenir el EASI en este grupo vulnerable, quienes enfrentan riesgos específicos debido a sus condiciones. Para ello, es fundamental mejorar la educación sobre seguridad en línea y consentimiento, involucrando activamente a las familias, escuelas y comunidades en la protección de los menores. Además, la creación de sistemas escolares eficaces para monitorear y reportar casos de EASI es clave. Sin embargo, como se ha resaltado en ediciones anteriores, estas intervenciones deben basarse en evidencias científicas de impacto social (ECIS) ya que, de lo contrario, se corre el riesgo no solo de no mejorar la situación, sino de empeorarla, generando consecuencias indeseadas y aumentando la vulnerabilidad de las víctimas.
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Maestra de educación infantil. Dra. en Sociología por la Universitat de Barcelona