Dentro de la educación sexual, se incluyen habitualmente tanto excelentes teorías, normativas y prácticas que mejoran las vidas de quienes las reciben en escuelas infantiles, primarias y secundarias, como bulos, normativas y prácticas que destrozan adolescentes. Conviene tener muy claros los requisitos mínimos para diferenciar unas de otras. Explicamos aquí cinco de ellos:

1) Coherencia. Quienes imparten estas formaciones tienen que ser personas que no ejercen acoso sexual ni violencia de género aisladora, ni en sus vidas profesionales ni privadas. Especialmente, hay que priorizar aquellas personas que siempre defienden y apoyan a las víctimas. No deis por supuesto este requisito, hay muchas personas “expertas” en educación sexual que acosan en su vida privada, que hacen violencia de género aisladora contra quienes más han apoyado a las víctimas, que tienen como referentes “intelectuales” a violadores que defienden los abusos sexuales a menores y que hacen en sus formaciones, sin consentimiento de las familias, actividades que son en sí mismas acosos.

2) Ciencia. Todas las formaciones tienen que basarse en las evidencias científicas de impacto social sobre este tema. Mejoramos nuestra salud si nos ponemos las vacunas que las evidencias científicas de impacto social han demostrado que superan el COVID y están publicadas en las revistas científicas top, empeoramos nuestra salud si en su lugar bebemos lejía como dijo el presidente de un país muy poderoso. Mejoramos la sexualidad si realizamos las actuaciones que las evidencias científicas de impacto social han demostrado que lo logran y están publicadas en las revistas científicas top, empeoramos la sexualidad si en su lugar realizamos actuaciones basadas en bulos que son publicitadas por algunas normativas oficiales y por algunas personas formadoras.

3) Libertad. Libertad sexual es elegir libremente si se quiere tener sexo o no, con quién, cuándo, y cómo. No es más libre sexualmente quien tiene mucho sexo con muchas personas que quien no tiene sexo, es libre quien elige libremente lo que hace y lo que no hace. Las formaciones que presentan como libertad tener más sexo con más personas son totalmente contrarias a la libertad. Si hace décadas se atacaba a chicas que tenían sexo, ahora se ataca a quienes no lo tienen y con mucha frecuencia esos ataques se hacen desde formaciones de educación sexual. 

4) Elección. Las evidencias científicas de impacto social demuestran que cinco minutos de sexo tóxico destrozan toda una vida y que la mayoría del sector de chicos que salen de caza por la marcha nocturna hablan mal de las chicas que se lían con ellos. Presentar como libertad ese tipo de ligues, como se hace en muchas formaciones, es destrozar vidas de adolescentes. Tener mucho sexo (o poco) con muchas personas (o solo una) que no son violentas, que no desprecian, mejora la sexualidad y las vidas. Liarse solo cinco minutos con solo una persona que luego desprecia no se olvida nunca en toda la vida y tiene consecuencias muy negativas para la salud.

5) Amor y amistad. Las evidencias científicas de impacto social han dejado muy claro que lo más importante para llevar una vida satisfactoria, plena de felicidad, placer, salud y atractivo, es la calidad de las relaciones más íntimas. Las claves son el amor y la amistad. Muchas formaciones de educación sexual se dedican a atacar el amor, a diseminar bulos basados en teorías defensoras de las violaciones (como los pseudoconceptos de micromachismos o de mitos del amor romántico); muchas también se dedican a atacar la amistad afirmando que todos los hombres son potenciales acosadores o diciendo que todas las relaciones son relaciones de poder.

[Imagen: iStock]
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Por Lídia Puigvert / Ramón Flecha

Lídia Puigvert, Nº 7 del mundo en el ranking científico en la categoría Gender Violence (Google Scholar) // Ramón Flecha, Nº 1 del mundo en el ranking científico en la categoría Gender Violence (Google Scholar)