Se atribuye a Zapata la frase: «La tierra es para quien la trabaja». Esa frase no cuestionaba la evidente realidad de que para que una tierra dé frutos hay que cultivarla, lo que cuestionaba es la propiedad de esos frutos. Sin embargo, he ido descubriendo que los referentes intelectuales que usan la mayoría del profesorado y los medios cuestionan incluso la primera evidencia, tratan de hacernos creer que las tierras que no se trabajan dan más y mejores frutos. En otras palabras, se dedican a hablar y escribir de lo que no han leído, perjudicando así muy seriamente a la sociedad y al propio prestigio intelectual.
Fui víctima de esa manipulación mientras hacía la secundaria y el grado, pero luego he tenido la suerte de conocer algunas de las principales universidades y algunos de los mejores autores y autoras del mundo y he descubierto el engaño. Además, ya haciendo el máster tuve la oportunidad de comenzar a participar en una tertulia intelectual dialógica basada en leer los mejores libros y dialogarlos, mencionando la página de la que se habla y evitando así el habitual “bla, bla, bla”.
Uno de los principales autores del mundo, al participar en una de las sesiones de esa tertulia, exclamó «¿dónde está el milagro?» al ver el nivel que tenían sus participantes que, como dijo, era muchísimo más elevado que el que había visto en cualquier otra parte del mundo. La respuesta fue sencilla: el nivel intelectual para quien se lo trabaja. No hay milagro, es tan sencillo como dialogar y leer sobre los mejores libros. Si se hace, se logra el máximo nivel intelectual mundial. No lo determina ni la clase social, ni el nivel socioeconómico, ni el género, ni la cultura; lo determina leer o no leer, dialogar o no dialogar.
La cultura y la sociedad avanzarían muchísimo si todo o la mayoría del profesorado abandonara como referentes a quienes practican el “bla, bla, bla” y leyeran lo que escriben quienes son realmente intelectuales.