La inclusión en los movimientos sociales es crucial para garantizar que todas las voces sean escuchadas y consideradas en la lucha por la justicia social. Es fundamental que sean representativos, incorporando una amplia variedad de perspectivas y preocupaciones relevantes para diversos grupos; que sean equitativos, dando voz a aquellos grupos que han sido históricamente marginados; y deben empoderar a las comunidades silenciadas, promoviendo el diálogo igualitario y la solidaridad entre grupos diversos. Así se fortalece el movimiento en su conjunto para conseguir retos con impacto social que se mantengan en el tiempo.

En coherencia con esto, el feminismo, como movimiento crítico y significativo, debe priorizar la inclusión, pero… ¿lo está haciendo? ¿Por qué algunas mujeres cercanas a mí y otras que no conozco no se sienten identificadas con el movimiento feminista? La respuesta radica en que las visiones feministas dominantes, arraigadas en tradiciones feministas blancas con un ideal de felicidad demasiado exclusivo y concreto, a menudo pasan por alto las perspectivas de otras mujeres blancas y de las culturas minoritarias, lo que deja a muchas mujeres desconectadas de su discurso. El caso de las mujeres romaníes es un ejemplo destacado. A pesar de su activismo en el liderazgo comunitario, sienten que sus voces no son adecuadamente integradas en el discurso feminista dominante, que tiende a ignorar sus experiencias a pesar de su potencial para desafiar la jerarquía social.

Estudios recientes en diálogo con mujeres líderes romaníes en España reclaman un feminismo inclusivo que reconozca sus valores, sus diferencias culturales en el movimiento y la importancia de la libertad para decidir sobre sus propias vidas. Estos diálogos identifican los tres elementos definitorios del movimiento feminista romaní:

  • Si bien persisten posturas feministas que ven a los hombres como opresores y los excluyen como aliados, son perspectivas demasiado limitadas que no reflejan la diversidad del feminismo. Las corrientes feministas romaníes, mientras critican el patriarcado, abogan por la colaboración con hombres en la transformación social, resaltando su alianza con las nuevas masculinidades alternativas (NAM) que se oponen firmemente a la violencia de género e incorporan este enfoque en la educación de su comunidad. 
  • Otro rasgo distintivo del feminismo romaní es la defensa de la libertad como parte fundamental de la identidad cultural. Las mujeres romaníes expresan que los movimientos feministas predominantes presuponen que ellas no toman decisiones de forma autónoma. En este sentido, el feminismo romaní otorga a las mujeres romaníes la libertad para decidir sobre sus propios cuerpos y cómo desean vivir aspectos esenciales de su identidad cultural, como el matrimonio, la virginidad, la maternidad y la familia. La conocida esterilización forzada a la que han sido sometidas las mujeres gitanas es el resultado de políticas y prácticas sociales que han ignorado su libertad de identidad cultural.
  • Por último, es crucial destacar la importancia del diálogo y la igualdad de diferencias en el movimiento feminista romaní. Estos elementos promueven la comprensión mutua, la solidaridad y el respeto entre mujeres de diversas comunidades y experiencias. El diálogo facilita la construcción de puentes entre diferentes perspectivas, mientras que la igualdad de diferencias reconoce y valora la diversidad dentro del feminismo, fortaleciendo así el movimiento en su conjunto.

En consonancia con el feminismo romaní y con los movimientos sociales inclusivos, así como para mejorar la eficacia de nuestras políticas y prácticas sociales en torno a la mujer, es fundamental que las representaciones del feminismo fomenten el encuentro y la solidaridad entre mujeres y profesionales de distintas etnias, edades y clases sociales, fomentando un diálogo inclusivo que reconozca la diversidad de identidades y la libertad dentro del movimiento.

[Imagen: Freepik]

Por Carolina Grau

Licenciada en Pedagogía y profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Valencia