La educación en valores en las escuelas requiere que no nos confunda la moda en ciertos ambientes de presentar como progresistas y revolucionarios los ataques a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Uno de los ataques es decir que son inútiles porque, a la hora de la verdad, no se aplican y no se detienen las agresiones que vivimos, por ejemplo, en las actuales guerras. 

Esta equivocación se aclara cuando hacemos la pregunta clave: ¿estaría mejor el mundo si no hubiera la Declaración de los Derechos Humanos e incluso si no hubiera la idea misma de derechos humanos que, como sabemos, se basa en el universalismo? Indudablemente no. Es cierto que esa declaración es un paso muy pequeño. Que se necesita hacer más. Como, por ejemplo, lograr que se apliquen, superando, cada vez con más firmeza, las terribles agresiones que estamos presenciando. 

Otro de los ataques consiste en decir que son una imposición eurocentrista a otras culturas y a otros países. En realidad, ese ataque es más eurocentrista que la Declaración. En primer lugar, niega las contribuciones importantísimas que otras culturas y países han realizado a la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el premio de Economía Amartya Sen, en su maravilloso libro, la “India contemporánea”, explica cómo turistas europeos, cuando vuelven de la India, presentan como características culturales unos estereotipos que fueron creados por un militar inglés que nunca estuvo en la India. Estos “defensores” de la cultura hindú hacen el mismo ridículo que los que creen que todos los españoles son toreros.  

Habermas ya dijo que era curioso que todas las dictaduras que se rebelan frente a lo que llaman imposición de los derechos humanos eurocentristas no tienen ningún problema con la publicidad de la Coca Cola en sus mesas. Diciendo que atacan la imposición eurocentrista de los derechos humanos, no atacan el eurocentrismo sino los derechos humanos.

Por supuesto que hay que replantearse continuamente la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y así se ha hecho y se hace, por ejemplo, con la propuesta de introducción de los derechos colectivos, no solo individuales. Pero debemos tener sentido crítico ante estas aparentes críticas a los derechos humanos que en realidad se alinean con sus enemigos.

[Imatge: Freepik]
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Por Esther Oliver

Profesora de Sociología en la Universidad de Barcelona e investigadora de CREA, Community of Researchers on Excellence for All