Una de las afirmaciones que se suelen reiterar en los medios de comunicación para mejorar la escuela es que la causa de los malos resultados es la elevada ratio de estudiantes por profesorado y que la forma de mejorar esos resultados es reducir dicha ratio. Sin embargo, una mirada rápida a los datos de educación que podemos encontrar en organismos oficiales como la OCDE (Education at a Glance) sirve para desmontar rápidamente esta falsa creencia. La ratio de estudiantes por profesorado que existe en nuestro país no es, ni de lejos, la más alta que hay a nivel internacional. De hecho, los datos muestran que en España durante la última década siempre ha habido menos estudiantes por docente que en el conjunto de países de la OCDE, de media. De hecho, desde 2016 (por ejemplo), la ratio de estudiantes por docente en España ha disminuido en primaria. Por supuesto, estoy a favor de más recursos para la educación y, entre ellos, reducción de ratios, pero eso no se logra con afirmaciones que no se ajustan a la realidad. Los países que logran más mejoras de resultados en poco tiempo no se centran en reducir la ratio sino en que se implementen las actuaciones educativas que las evidencias científicas han demostrado que los mejoran.
El Informe PISA (Programme for International Student Assessment), el estudio internacional sobre educación más grande, que abarca más países y que se hace con regularidad, ofrece periódicamente los resultados de aprendizaje en lectura, matemáticas y ciencias. En la última edición publicada (la del 2018), los primeros lugares en todas las materias están ocupados por los y las estudiantes de Singapur y de China (Macao, Hong Kong y Taipei). Si miramos cuál es la ratio de estudiantes por docente en estos países, los datos muestran claramente que de media superan el número de estudiantes que encontramos en nuestras aulas (Education at a Glance). En China, por ejemplo, es habitual encontrarnos con aulas de 40 estudiantes (tanto en primaria como en secundaria). Cabría esperar que, en países donde las ratios de estudiantes por profesorado son muy elevadas, los resultados de aprendizaje se fuesen a ver mermados. Pues no; los datos de PISA y los de Education at a Glance son contundentes para desmontar la falsa creencia de que, cuantos menos estudiantes tenga el profesorado, mejores serán los resultados de aprendizaje.
No solo ocurre en China. También en países de otras culturas sucede algo similar. Canadá, por ejemplo, que también aparece siempre en el top-10 de los resultados de PISA, resulta que también tiene muchos más estudiantes por docente que en el caso español. Algo similar ocurre con Netherlands, que en el aprendizaje de matemáticas también se sitúa claramente en el pelotón de cabeza.
En cambio, en nuestras aulas, especialmente en las de secundaria, se puede dar el caso de que, a pesar de que las ratios son más bajas que en otros países, resulta que tenemos más estudiantes por aula, porque aquí hay más proporción de profesorado que no está haciéndose cargo de un aula. Si es verdad que el excesivo número de alumnado por clase perjudica los resultados, entonces esa mayor proporción perjudica los resultados.
¿Qué sucede entonces? ¿Cuál es la clave de unos buenos resultados de aprendizaje? Seguramente son varias, pero todas pasan por actuaciones educativas de éxito, que estén avaladas por la investigación científica internacional, y que cuenten con evidencias científicas que prueben que una actuación dada, si se aplica tal y como se tiene que hacer, mejora los aprendizajes. Claves como la forma de agrupar al alumnado (Valls y Kyriakides, 2010), si trabajan la lectura con las mejores creaciones de la humanidad en Tertulias Literarias Dialógicas, si las familias participan en las actividades de aprendizaje del alumnado, si existen actividades de extensión del tiempo de aprendizaje, si los conflictos se previenen y se resuelven con un modelo dialógico de convivencia, entre otras, están avaladas por la comunidad científica internacional.
Existen múltiples evidencias ya publicadas en revistas de impacto de que ese tipo de actuaciones mejoran los aprendizajes de todos los niños y de todas las niñas, sin importar ni el contexto, ni las diferencias, ni la procedencia, ni la clase socioeconómica de las familias. Al contrario, toda esa diversidad, junto con las actuaciones educativas de éxito, es justamente lo que explica las mejoras que obtienen esos niños y esas niñas en sus aprendizajes.