Ya hace más de tres décadas que las evidencias científicas concluyeron que la segregación genera empeoramiento de resultados educativos y que la superación de la segregación los mejora. Ahora hay una mala noticia y otra buena al respecto; en este artículo se da primero la mala y luego la buena.
Estos días se presenta un informe dirigido por un conocido catedrático español, como si fuera un estudio, afirmando que la segregación no es un problema y que influye muy poco en los resultados. Lo primero que habría que aclarar a los medios y a la ciudadanía es la diferencia entre un report y las evidencias científicas de impacto social. Los reports no son estudios científicos y lógicamente su contenido responde a la demanda o intereses de la institución que los financia. Las evidencias son lo que se publica en las revistas internacionales. En otras palabras, nos hemos puesto las vacunas contra el COVID que estaban publicadas y avaladas en esas revistas; para lo que consideramos serio, nos basamos en evidencias. Quienes consideramos seria la educación también la basamos en evidencias, no solo cuando se trata de nuestras propias hijas e hijos, sino también cuando afecta a las hijas e hijos de las demás personas.
Al superar la segregación, la mejora no es solo de quienes habían sido segregados porque sus familias tenían un bajo nivel socioeconómico, académico o por otras conocidas razones; también mejoran quienes antes se habían colocado en los niveles altos. Tanto es así que universidades como Harvard crearon el programa POSSE para asegurar que había la mayor heterogeneidad posible dentro de cada aula, incluyendo a jóvenes de familias de los más bajos niveles socioeconómicos y de diferentes culturas. En Harvard son inteligentes y saben que la mejor forma de hacer excelentes a quienes ya van bien es que trabajen conjuntamente con estudiantes con dificultades, porque así el esfuerzo desarrolla su inteligencia.
De hecho, el debate lleva ya décadas centrándose en cuáles son los caminos para el éxito en la superación de la segregación escolar. Hace también décadas que quedó claro que la redistribución forzada del alumnado y las familias genera fracaso y hace desaparecer las escuelas gueto a costa de llevar al abandono a la mayoría de sus estudiantes. El mejor camino al éxito (aunque hay algunos intermedios) es el de escuelas imán, las que aplicando actuaciones de éxito logran una mejora de la convivencia y de los resultados de aprendizajes instrumentales que atrae a quienes antes no querían matricularse.
La buena noticia es que hoy ya estas evidencias científicas de impacto social están disponibles para todas las personas que quieran consultarlas y cada vez hay más profesorado, familias y estudiantes que lo hacen. De esa manera, ya existen escuelas imán que atraen a quienes antes no querían ir. Por otro lado, el cambio de la evaluación feudal a la meritocracia en las universidades españolas ha generado que autores como el citado catedrático, que eran de obligada referencia en el sistema anterior, influyan cada vez menos en el empeoramiento de los resultados, como se puede ver en las bases de datos científicas internacionales como Google Scholar.
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