Por supuesto, el acelerado declive de occidente en el mundo depende de múltiples y muy poderosos factores, con un papel destacado de las relaciones de poder económico y militar. Pero de eso se escribe ya mucho todos los días. Sin embargo, hay otras causas de las que solo personas no sumisas se atreven a hablar, mientras vemos cómo en muchas escuelas no hay nadie que asuma ese papel.
Una de ellas, y muy importante, es cómo hemos ido dejando que se ensucie la belleza que, desde Safo y antes, formó parte del sueño de una humanidad deseable. El mercado (ahora con las pantallas) ha logrado inocular deseos de fealdad. Mientras las obras de arte más cotizadas han pasado de ser algunas como la Nascita di Venere a otras como un urinario, los cuerpos de muchas personas se han llenado de tatuajes opuestos a la estética de la Gioconda.
Más preocupante que ese exterior que vemos es el interior que sentimos. Muchos cerebros y corazones han perdido su motivación hacia los sueños que lograron unas mucho mejores vidas que las que tuvieron quienes nos precedieron. Se sustituyen las ilusiones y la valoración del amor, la familia, la amistad, el trabajo… por aficiones que unas veces “pasan” de esas ilusiones y otras veces son llevadas por el deseo y placer de hacer el mal, como la violencia que llena las pantallas. Cenas de antiguas amistades o estudios que antes renovaban y revivían sentimientos se hacen hoy imposibles o desagradables por los desprecios y los engaños sexuales que dejan marca para toda la vida.
Así se rompe la solidaridad que da fuerza a una sociedad, a todo colectivo. Y se está rompiendo en occidente de una forma que no se da en otros lugares, como algunas zonas de oriente. Quizá el futuro sea la sustitución de una hegemonía por otra que no tiene por qué ser peor, pero tampoco mejor. O quizá el futuro sea más igualitario, rescatando conjuntamente lo mejor de cada cultura. Lo que finalmente sea depende, de una forma muy importante, de las escuelas: de que haya en ellas valientes que se atrevan a decir lo que es bello y lo que es feo, sin miedo a que ignorantes agresivos digan que eso es ser carca y que hay que transgredir poniendo en los escenarios, museos y hogares una creciente fealdad, sustituyendo las relaciones de amistad y amor por otras de rivalidades, desprecios y engaños.
[Imagen: Wikimedia Commons]
Catedrático Emérito de la Universidad de Barcelona. Investigador número 1 del ranking científico internacional Google Scholar en las categorías de "gender violence" y "social impact" (violencia de género e impacto social, respectivamente). Director de REVERS-ED.