Tras las vacaciones escolares, el debate sobre el uso de pantallas en la infancia siempre resurge con fuerza: ¿son un enemigo que debamos evitar o una herramienta que, bien utilizada, puede aportar valor? Con más tiempo en casa, familias y educadores se enfrentan al desafío de gestionar el tiempo frente a las pantallas.
En este periódico, desde su rigurosidad, ya en numerosas ocasiones se han abordado sus potencialidades como herramienta educativa, abordando pautas que arrojan luz a este continuo debate.
La evidencia científica respalda que las pantallas son herramientas cuyo impacto depende del uso que se haga de ellas. La clave está en controlar algunos factores esenciales, como la selección del contenido, el tiempo de exposición y las condiciones de acompañamiento. Siguiendo estas pautas, es posible convertirlas en aliadas del aprendizaje y del desarrollo infantil.
Hoy, en este artículo, exploramos algunas claves de cómo hacerlo de manera informada, aprovechando las oportunidades que el uso de pantallas ofrece.
Recomendaciones sobre el tiempo frente a la pantalla
Organizaciones internacionales como la Asociación Americana de Pediatría, UNICEF y la Organización Mundial de la Salud coinciden en estas recomendaciones clave:
- Menores de 2 años: no se recomienda el uso de pantallas, salvo videollamadas supervisadas.
- De 2 a 5 años: limitar la exposición a una hora diaria (como máximo) de contenido educativo de alta calidad.
- Mayores de 6 años: asegurar un equilibrio entre actividades digitales y otras esenciales como el juego físico, la lectura y las interacciones sociales.
Acompañamiento y supervisión del contenido
Estas guías también destacan la importancia de las condiciones en las que el visionado de pantallas se produce. Recogemos las más importantes:
- Presencia activa de personas adultas: acompañar a los niños y niñas durante el tiempo de pantalla buscando un aprendizaje activo y la alfabetización mediática. Esto permite resolver dudas en el momento, relacionar el contenido con la vida diaria y fomentar diálogos sobre valores, emociones y otros temas críticos.
- Selección cuidadosa del contenido: supervisar y priorizar material educativo que promueva el desarrollo cognitivo, social y emocional infantil.
- Establecimiento de límites: garantizar que el tiempo frente a la pantalla no sustituya actividades esenciales como el juego, las relaciones cara a cara, la exploración del entorno o el descanso. Las recomendaciones internacionales inciden en la importancia de crear «momentos libres de pantalla», como durante las comidas o antes de dormir.
Cómo identificar un buen contenido audiovisual infantil
Cuando hablamos de contenido audiovisual específicamente diseñado para la infancia, podemos asegurar su calidad atendiendo a las siguientes pautas:
1. Adecuación al desarrollo infantil
- Claridad: los temas deben ser claros y alineados con el desarrollo cognitivo, social y emocional de los niños y niñas.
- Accesible, pero enriquecedor: diálogos y tramas comprensibles, pero con suficiente riqueza para expandir su vocabulario.
- Duración breve: los episodios deben tener una duración adecuada a su capacidad atencional, dependiendo de la edad.
2. Propósito educativo
- Objetivo definido: cada programa debe tener un propósito pedagógico claro.
- Enfoque temático: abordar temas concretos que supongan un aprendizaje.
3. Promoción de valores y modelos positivos
- Personajes referentes, situaciones ejemplares, con comportamientos que fomenten la amistad, la empatía y actitudes respetuosas, de protección y valentía.
- Inclusión: representación de la diversidad y promoción de la igualdad de diferencias.
- Resolución de problemas: estímulo del pensamiento crítico y la curiosidad.
4. Estímulos adecuados
- Diseño funcional: colores atractivos y elementos visuales y auditivos claros que guíen la atención.
- Ritmo adecuado: escenas pausadas que faciliten el procesamiento de la información sin sobreestimular.
Es importante señalar que las orientaciones de este último punto, Cómo identificar un buen contenido audiovisual infantil, se refieren específicamente a programas diseñados para el público infantil. Sin embargo, no debemos olvidar la riqueza educativa que pueden ofrecer otros materiales culturales, científicos y artísticos no específicamente dirigidos a la infancia, como ballets, óperas, documentales o representaciones teatrales. Estos contenidos, seleccionados, integrados y acompañados, son una excelente forma de enriquecer su aprendizaje y formación.
Elegir contenido audiovisual de calidad es un compromiso que puede marcar una diferencia significativa en cómo los niños y niñas interactúan con las pantallas. Con una selección adecuada y un acompañamiento responsable, estas pueden transformarse en una herramienta valiosa que no solo entretenga, sino que inspire y eduque en contenidos y valores esenciales para el desarrollo de la infancia.
[Imagen: Freepik]
Investigadora postdoctoral Margarita Salas de la Universitat de Barcelona. Profesora visitante en la Universidade Nova de Lisboa bajo el proyecto “We All Win” para la mejora educativa y la inclusión a través de entornos interactivos de aprendizaje con impacto social.