Masculinidades y grupos interactivos

Cualquier docente que lo desee puede organizar su aula en grupos heterogéneos en los que una persona adulta asegura el aprendizaje dialógico. Hace años que no dejan de aumentar las evidencias científicas de que realmente es la manera más efectiva de aumentar aprendizajes mientras se mejora la convivencia. Al mismo tiempo, también aumenta sin parar el número de aulas que llevan a cabo esta actuación de éxito en países de todo el mundo. Cuando el profesorado se preocupa por el fomento de las nuevas masculinidades alternativas (NAM, por sus siglas en inglés) observa, además, situaciones que se dan en las sesiones de grupos interactivos, de manera espontánea, que promueven actitudes NAM. 

  • Hemos visto a padres de alumnos inmigrantes o pertenecientes a minorías étnicas responder a las curiosas e inteligentes preguntas de los compañeros y compañeras de su hijo sobre cuestiones relacionadas con su cultura; también hemos visto cómo les enseña maneras diferentes de afrontar o resolver ciertas tareas. Se pone en valor su inteligencia cultural, cuando en otros ambientes el alumnado había oído comentarios despectivos sobre estos hombres, que ahora se convierten en referentes mientras derriban prejuicios y prestan su conocimiento y su tiempo solidariamente para ayudar a todos y todas. Cuando esto ocurre, también gana seguridad ese hijo que a veces percibía que al parecer había algo malo en la diversidad cultural. 
  • Hemos visto al niño más “chulito” de la clase dar las gracias a niños a los que un tiempo atrás llamaba “pringaos” o incluso intentó agredir. ¿Cuándo ocurrió esa transformación? Cuando le ayudaron a comprender cómo calcular el mínimo común múltiplo y el máximo común divisor en una actividad de matemáticas. Cuando esto ocurre, ese niño empieza a tener menos actitudes dominantes y más actitudes igualitarias. 
  • Hemos visto al niño que todos temían por sus actos violentos descubrir por primera vez que una tarea o un área concreta se le da realmente bien. Ocurre una transformación inmediata, difícil de creer: mientras el grupo trabaja (con total normalidad) concentrado en la tarea y ese niño explica cómo se puede resolver para que el resto lo comprenda, el profesorado mira con asombro y emoción, y a menudo piensa “si lo cuento a otros profes, no me lo van a creer”. Cuando esto ocurre, ese niño empieza a tener menos conductas violentas y más participación en las clases. 
  • Hemos visto cómo, al finalizar las sesiones de grupos interactivos, se repiten las felicitaciones hacia aquellos chicos que han mejorado su actitud, que se han concentrado en aprender (o en enseñar al resto) cuando en el pasado tenían conductas agresivas y de desprecio hacia los demás. Y la sonrisa del niño que recibe esos elogios espontáneos denota algo que no siempre es fácil de conseguir: él y los demás están percibiendo una manera buena y deseable de ganar atractivo.

Estas son solo unas pocas de las cosas que ocurren en los grupos interactivos. Cualquiera que lo piense estará de acuerdo en que sería deseable que los efectos que hemos mencionado se dieran con más frecuencia. Pues bien, eso se puede conseguir, simplemente, haciendo estas sesiones más a menudo. 

[Este artículo se publicó por primera vez en DF Diario Feminista el 29  de agosto de 2024]
[Imagen: Freepik]
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Por Luis Miralles

Maestro de primaria