Sófocles escribió varias tragèdias griegas, entre ellas Edipo Rey. Una profecía auguró que Edipo estaba condenado a matar a su padre Layo y a unirse a su madre teniendo descendencia de ésta. Éste, creyendo que era cierta esta profecía, a los tres días del nacimiento de su hijo, le ató las articulaciones de los pies y le arrojó por un monte intentando que no se cumpliera. Sin embargo, le rescataron y vivió como hijo de Pólibo y Mérope sin que conociera su origen. Un día alguien le dijo que era un falso hijo de su padre y, atormentado por estos pensamientos, fue a buscar a Febo, el cual le anunció el destino que le esperaba. Al oír estas palabras huyó lejos de los que él creía que eran sus padres y, por el camino por el que se supone que se alejaba de la profecía, se cruzó con 5 hombres a los que acabó matando. Os podéis imaginar quien estaba entre esos 5 hombres. El resto no lo desvelaremos.
En educación hay muchas creencias que se convierten en profecías cumplidas; han calado tan adentro que incluso, sin saber que las tenemos, acabamos tomando decisiones (como Layo y Edipo) que hacen que se cumplan, y esto refuerza la creencia falsa. Muchos niños y niñas escuchan (o ven en las miradas del profesorado) que van a fracasar académicamente y estas palabras llegan a sus pensamientos con una fuerza que puede llegar a hacerles perder el interés por el estudio o creer que no son inteligentes tal como les auguraron.
Para que el curso académico no sea una tragedia griega, debemos ser conscientes de las falsas creencias que tenemos y saber que en las evidencias científicas de impacto social encontraremos las respuestas para que no se cumplan.
Si pensamos que el alumnado no tiene nivel y creemos que la solución es bajar el nivel, es obvio que cada vez tendrá menos nivel, cumpliéndose la creencia inicial. Si creemos que las familias gitanas no tienen interés por la educación y no las llamamos porque creemos que no van a colaborar, evidentemente acabarán por perder el interés y no colaborarán. Si desde el inicio de curso, en las reuniones de coordinación solo hablamos de las dificultades con cierto alumnado de origen migrante diciendo que es imposible que aprendan igual que el resto, acabará el curso y sucederá.
¿Queremos que en nuestros centros educativos suceda como en la tragedia de Edipo? Si no estamos atentos y atentas a los pensamientos más profundos (a veces inconscientes) racistas, clasistas, sexistas, homófobos, etc., comenzaremos a llevar a cabo acciones que llevarán justamente a lo que queremos evitar. Estas acciones como rebajar el aprendizaje, separar al alumnado para ponerlos con otros de su mismo nivel, tener menos paciencia e interés porque aprendan algunos alumnos y alumnas… nos llevarán a la tragedia.
Sin embargo, si llevamos a cabo acciones educativas que han sido contrastadas y han demostrado la mejora de resultados, la educación será lo que todos y todas soñamos, la herramienta más poderosa de transformación y mejora social.
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Doctora en Educación. Durante 23 años maestra de pedagogía terapéutica y educación primaria y 8 años directora del CEIP L'Escolaica. Profesora sustituta en la Universidad de Valencia.