Desde hace ya años, existe un ataque importante hacia los cuentos de príncipes y princesas, afirmando que perpetúan la violencia de género, cuando no existe evidencia alguna de que esto sea así. Estos ataques han llevado a que en muchas escuelas y hogares ya no se lea este tipo de cuentos o se deformen, cambiando la historia. Por el contrario, las evidencias científicas afirman que no existe correlación directa entre el concepto de amor ideal y la violencia de género.
Cuando explicamos o leemos conjuntamente con los niños y niñas cuentos clásicos de príncipes y princesas, pongamos como ejemplo Cenicienta, o vemos películas de Disney del estilo de La Bella Durmiente, jamás el príncipe trata mal a la princesa. En estos personajes nunca hay un gesto de desprecio del hombre hacia la mujer de quien está enamorado. Entonces, ¿por qué no seguir contando esos cuentos o disfrutar de esas películas con los niños y las niñas? Estas historias nos brindan la posibilidad de dialogar sobre la belleza, bondad y verdad de las relaciones entre quienes se aman, sabiendo que los contextos en los que se dan son muy distintos a los actuales. Así, aunque generalmente describan relaciones heterosexuales y estereotipadas, lo más importante no es la sexualidad de los personajes, ni si son más o menos sexistas las personas que en estas historias aparecen (aunque a la vez tratemos estos aspectos, porque los dialogamos y compensamos con otro tipo de cuentos), sino el valor de las actitudes de quienes se enamoran, entendiendo el amor como contrario a cualquier tipo de violencia.
Así pues, ¿qué tipo de actitudes tienen estos personajes? Generalmente, sienten pasión por la persona a la que aman. La cuidan, desean estar y compartir su vida con ella, le hablan con dulzura y sinceridad, le muestran sus sentimientos más profundos… Por lo tanto, el empeño no debería estar en “cargarnos estos cuentos” porque se gestaron en épocas distintas y distantes a la actual, con todo lo que ello conlleva, sino en contextualizarlos y reconocer en ellos su máximo valor: el AMOR. De hecho, enamorarse de un príncipe azul o buscar el amor romántico o ideal, lejos de fomentar la violencia de género, la previenen, ya que son acciones totalmente contrarias a enamorarse de alguien que trata mal.