Desde hace cuatro cursos tengo el privilegio de trabajar en un centro donde la mayoría del alumnado pertenece a la comunidad gitana. La suerte que tuve fue que, antes de llegar a esta escuela, llevaba varios años aprendiendo y dialogando sobre actuaciones educativas de éxito basadas en evidencias científicas. Poder conocer y comprender cómo funcionan resulta clave para poner en marcha una correcta práctica docente. Además de lo anterior, gracias a mi formación, he podido estar preparada y atenta a la realidad educativa que padece la comunidad romaní.

Cada vez somos más profesionales de la educación los que conocemos la lacra histórica que sufre la población gitana, en la que de forma errónea y generalizada se cree que esta apenas tiene interés en la educación. Afortunadamente la investigación científica desmiente la anterior afirmación y demuestra cuáles son las barreras educativas sistémicas a las que los gitanos se ven sometidos, barreras que contribuyen a reproducir esta situación. Consultar estas publicaciones nos ayuda a situarnos mucho mejor en dicha problemática y nos permite ir eliminándola poco a poco. 

Por suerte en nuestro centro hablamos mucho sobre estos temas y tenemos muy clara la importancia de las altas expectativas con todo el alumnado, sin distinción por género, etnia, procedencia cultural, religión, etc. para contribuir a transformar los resultados de todos los niños y niñas, en especial de aquellos que más han sufrido el estigma social antes mencionado.

No es cierto que a las familias gitanas no les interese la educación de sus hijos e hijas, es más bien una cuestión de expectativas docentes: si nosotros mismos no creemos que pueden, difícilmente mejoraremos resultados. Así va esto. Revertir lo que durante mucho tiempo se ha pensado y hecho mal cuesta tiempo; por suerte tenemos las tertulias pedagógicas dialógicas, la formación del claustro, la ilusión de cada vez más familias y los avances que vamos viendo en el alumnado (tanto en lo académico como en la amistad y convivencia) para convencernos de que sí se puede transformar. Lejos va quedando la cultura de la queja donde muchos profes dicen que, con los gitanos, poco se puede hacer.

Si quieres saber más sobre este tema puedes consultar la plataforma Adhyayana.  

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Por Adela Alamillo

Maestra de educación primaria y participante en el seminario “A hombros de gigantes” de Valencia.