¿Cómo creamos oportunidades de aprendizaje?
Aportaciones de Barbara Rogoff
Muchos y muchas de nosotros nos hemos preguntado alguna vez cómo aprendemos las personas, especialmente los niños y niñas, para ofrecer las mejores experiencias de aprendizaje posibles. Con el objetivo de reflexionar sobre este tema me acerqué al libro “Aprendices del pensamiento: el desarrollo cognitivo en el contexto social” (1993). La autora, Barbara Rogoff, es una científica de la Universidad de California con una notoria trayectoria que se ha dedicado gran parte de su vida a entender en profundidad cómo aprende la infancia desde una perspectiva sociocultural, y cómo las comunidades organizan oportunidades para aprender en la vida cotidiana.
Rogoff afirma que el pensamiento se aprende a partir de la interacción, y que el desarrollo cognitivo de la infancia está intrínsecamente unido al contexto social en el que habita.
Explica que no se puede entender el desarrollo de los niños y niñas sin tener en cuenta cómo interactúan con el entorno social y cultural en el que participan. De esta forma, la intersubjetividad es clave en el aprendizaje, como la interdependencia de la comunidad y el medio que nos rodea. Sus investigaciones demuestran que la participación guiada es una pieza clave para promover el desarrollo a través de la interacción en actividades relevantes. Además, aunque el aprendizaje aumenta por el acompañamiento de miembros de la comunidad, se ha evidenciado que lo hace en mayor medida si se produce por una persona adulta que por una igual.
A raíz de la participación guiada en actividades culturalmente importantes para la comunidad, los niños y niñas interiorizan el conocimiento. Es decir, la infancia se apropia de esta forma de los saberes mediante el compromiso social, observando, implicándose en los sentidos sociales de las demás personas, comprendiendo sus puntos de vista, etc. La autora corrobora que estos procesos interpersonales e intrapersonales se producen de forma simultánea.
En este punto, como personas comprometidas con la educación, una pregunta clave podría ser: entendiendo cómo funcionan los procesos de aprendizaje, ¿cómo creamos contextos respetuosos, enriquecedores y libres para el aprendizaje?
Muchas de las formas mayoritarias organizativas que actualmente encontramos en los centros educativos tienden a la homogeneidad y atienden a la diversidad bajo un currículum de mínimos. Es decir, la finalidad es alcanzar unos objetivos básicos para promocionar. Muchos parten de la selección del alumnado, la segregación sociocultural y la docencia única como práctica principal con clase magistral. Cuando tomamos estas decisiones estamos dejando atrás oportunidades de aprendizaje que la ciencia ha demostrado que son factibles. Nuestro sentido de responsabilidad hacia la educación, entendiendo la escuela como entidad cultural, debe alentarnos a poner en práctica oportunidades de aprendizaje de máximos. Los niños y niñas deben sumergirse en condiciones de creación de oportunidades respetuosas, libres y que lleguen a la zona del desarrollo potencial máximo de aprendizaje. Tenemos al alcance ejemplos de prácticas educativas basadas en evidencias y en las aportaciones de Rogoff, como grupos interactivos, tertulias dialógicas, biblioteca tutorizada, etc., que están demostrando elevadas mejoras de aprendizaje curricular y de convivencia. Solo hace falta una formación rigurosa y voluntad para poder abrir sendas hacia un aprendizaje de calidad.