REFUGE-ED nos evidencia que la integración socioemocional exitosa de refugiados, solicitantes de asilo y migrantes en las comunidades de acogida no solo depende de la naturaleza de las intervenciones educativas que se realicen y del apoyo psicosocial y de salud mental (SMAPS) que reciben, sino también de su propia participación en el proceso. Deben ser verdaderamente concebidos como agentes activos y dinámicos en todo el proceso de implementación, y se debe reconocer su agencia humana. Las personas afectadas por emergencias deben ser vistas, ante todo, como participantes activos en la mejora del bienestar individual y colectivo, en lugar de usuarios pasivos de servicios diseñados por otros para ellos.

Las comunidades de aprendizaje son entornos educativos que han acordado no solo basar su modelo educativo en la implementación de actuaciones educativas de éxito (AEE), sino también gestionarse mediante un enfoque dialógico integral. Se garantiza así que cada voz de la comunidad educativa cuente: docentes, estudiantes, familiares, cuidadores, educadores de comedor y otras partes interesadas relevantes. Se guían por el aprendizaje dialógico que resulta de las interacciones que ocurren en un diálogo igualitario. Tales interacciones están orientadas a la creación y adquisición de nuevos conocimientos, que surgen del consenso. 

Tanto el aprendizaje dialógico como el enfoque comunicativo de la investigación están inherentemente relacionados, ya que se basan en premisas similares sobre la centralidad del diálogo igualitario, sobre cómo entendemos, concebimos y construimos la realidad social. 

En nuestro centro hemos podido comprobar a través de asambleas, comisiones, tutorías, tertulias pedagógicas dialógicas… cómo las familias, en general, pero especialmente las personas solicitantes de asilo o migrantes, se sienten parte de la escuela cuando les das la oportunidad de participar y compartir sus puntos de vista y sus opiniones.

Esta participación en el centro y en las aulas de sus hijos e hijas, a través de las AEE, les hace sentir el colegio como un espacio propio y seguro. Ese intercambio de información y de experiencias llena de sentido y de ilusión su proceso de acogida porque se sienten partícipes de su propia transformación en el nuevo espacio educativo. Pero, también, dota de muchísimo sentido nuestra actuación como profesionales de la educación y el papel del centro educativo como espacio de transformación social. Escucharles nos empodera en nuestra profesión. Por eso, el diálogo igualitario nos beneficia mutuamente. 

Me emociona pensar en una mamá argentina de nuestro centro que expresaba cómo el hecho de preparar las tertulias literarias dialógicas con su hijo en casa le había ayudado a conocer más a su hijo, dialogando con él sobre diversidad de temas, y a no subestimar el criterio del niño, porque a través de esos diálogos había podido conocerlo más. Y cómo, a través de su participación en las aulas del colegio como voluntaria de los grupos interactivos, se sentía parte de la comunidad y más integrada en la localidad. O el caso de otra mamá de Perú que expresaba cómo, a través del modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos que llevamos a cabo en el centro y las interacciones dialógicas que le proporcionaban las diferentes AEE que se hacían en el aula de su hijo, este había conseguido rápidamente sentirse en un espacio seguro y con buenos amigos y amigas. De esta forma, el niño no pensaba en la idea de volver a su país de origen, y ello hacía que los propios padres pudieran superar mejor la añoranza y los miedos de sentirse en un país ajeno, alejados de sus costumbres y de sus familiares.

En definitiva, los centros que funcionan como comunidades de aprendizaje y la estructura organizativa que la interacción dialógica requiere permiten que profesorado, familias y alumnado podamos entablar largos y continuos diálogos sobre la base teórica del aprendizaje dialógico, así como sobre los aspectos prácticos del mismo. Esto permite desarrollar una mayor conciencia de los principios que sustentan estas prácticas y nos permite avanzar en un proceso de cocreación dialógica porque, como expresa Ramón Flecha en el libro Compartiendo palabras:

«Cada persona excluida es una pérdida irreemplazable para todos los demás.»

[Photo by CDC on Unsplash]
image_pdfPDF

Por Inés Tomás

Maestra de educación infantil y primaria. Especialista en audición y lenguaje y pedagogía terapéutica. Licenciada en­ filosofía y ciencias de la educación – pedagogía. Directora del CEIP Sant Vicent Ferrer de Llíria.