El recreo es una continuación del tiempo de aprendizaje dentro de la escuela. En el patio, el juego ocupa el mayor tiempo, los niños y niñas aprenden a relacionarse con sus iguales, con otros docentes y personas adultas que trabajan en el centro.

En la etapa de educación infantil existen muchos bulos divulgados en formaciones del profesorado. Además, a las familias les llegan creencias, a veces aprendidas de la propia experiencia, que las evidencias científicas ya han demostrado que no son ciertas y que comportan graves consecuencias. Por ejemplo:

  • Los niños necesitan aburrirse.
  • En el patio, el juego tiene que ser libre para estimular la creatividad.
  • Los juegos y actividades regladas estresan a los niños.
  • Los conflictos los resolvemos con un abrazo, no tiene más importancia.
  • La resolución de problemas con violencia tiene una base innata.
  • En educación infantil lo normal es que muerdan y empujen cuando quieren alguna cosa.

Por suerte, ya sabemos cómo superar estos bulos y ofrecer una infancia libre de violencia.

En algunas formaciones se afirma la necesidad de transformar los patios para que haya menos conflictos, pero se centran en el diseño y organización del espacio y los materiales como lo más importante para reducir los problemas de convivencia.

En mi escuela se hizo algo similar adaptando el proyecto “Jocs de pati”, que teníamos en primaria, al patio de infantil. Estas propuestas organizaron los espacios de patio, pero ¿eran más seguros realmente? ¿O simplemente más organizados?

Cuando se afianzó el modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos (MDPRC) en el centro, se organizaron más espacios de diálogo en las aulas. Las claves que nos dan la teoría de la socialización preventiva de la violencia de género, el club de valientes violencia cero, las 5D para actuar ante la violencia, el trabajo del sentimiento de la amistad, el valor de la solidaridad… nos dan estrategias para identificar las relaciones de poder en el juego, en el tiempo de recreo. Esto permite a niños y niñas posicionarse frente a la violencia a través del diálogo, denunciar las acciones violentas que han presenciado, pedir ayuda a los amigos y amigas, compañeros y personas adultas del centro. La formación de toda la comunidad educativa en todas estas líneas nos ha permitido a lo largo de estos años mejorar cualitativamente la convivencia en el centro, las relaciones que se dan en todos los espacios, y no trivializar los conflictos.

Desde que el centro es comunidad de aprendizaje se ha avanzado mucho más rápido en la transformación del patio de infantil, haciendo de este un espacio seguro donde no se permite la violencia ni las relaciones de poder, donde no manda el más fuerte, ni el que más asusta con empujones o mordiscos. No quiere decir que no se den conflictos, sino que todos y todas estamos muy atentos para ayudar al que tiene un problema. Adultos, niños y niñas, ninguno trivializamos la violencia; aprendemos a no tolerar que nos traten mal y lo denunciamos cuando está pasando. 

El trabajo del MDPRC cobra sentido porque se hace conjuntamente entre todos los agentes implicados, transformando las relaciones y dando estrategias comunes para actuar frente a situaciones de violencia. Este cambio no se queda en el patio de infantil sino que se da en cualquier lugar y traspasa los muros de la escuela, a otros espacios de la localidad, transformando y mejorando la vida de muchas otras personas.

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Maestra de educación infantil y jefa de estudios del CEIP Jaume I El Conqueridor (Catarroja)