Conocí el Club de Valientes en 2015, durante una charla impartida por la Dra. Elena Duque en Brasil. La principal idea que me impactó fue que los niños y niñas necesitan aprender desde la primera infancia a identificar los modelos violentos para que la violencia no se vuelva atractiva; es decir, hay que ridiculizar las actitudes violentas para que la solidaridad, la empatía, la seguridad, la amistad sean actitudes valoradas y consideradas atractivas. ¡Era eso!
Me encantó saber que el libro infantil “El Club de los Valientes” cuenta la historia de un niño que solía resolver los conflictos por la fuerza. En el transcurso de la historia, otro personaje forma un grupo en el que deciden juntos que nadie sufrirá ningún tipo de violencia. De este modo, los demás niños se dan cuenta de que las interacciones en este grupo de amistades son mejores que otras relaciones basadas en violencia. Esta historia lúdica despierta el interés de la infancia y destaca la importancia de las buenas amistades, explica formas de prevención y permite iniciar el debate sobre la formación de observadores ante la violencia. Cabe destacar que la formación de observadores o intervención bystander consiste en capacitar a niños y niñas, jóvenes y personas adultas para intervenir pacíficamente en una situación violenta, con la intención de proteger a la víctima e influir en todos los presentes en el contexto.
Además, descubrí en los estudios que el Modelo Dialógico de Prevención y Resolución de Conflictos es una actuación basada en evidencias científicas y centrada en la prevención de la violencia, cuya principal herramienta es el diálogo igualitario que implica a toda la comunidad para reflexionar sobre las causas y orígenes de los conflictos y así desarrollar conjuntamente formas de prevención. En otras palabras, este modelo implica a la comunidad escolar y a los miembros de la familia en la prevención y resolución de conflictos, a través del diálogo, creando espacios donde todos puedan hablar y, de hecho, prevenir y resolver situaciones de violencia.
En poder de más conocimientos y sabiendo que el Club de Valientes Violencia Cero había obtenido éxito en el contexto español, decidí implementarlo con mi alumnado en el curso 2016-2017 y realizar mi investigación doctoral sobre dicha implementación.
La investigación se realizó en un centro de educación infantil brasileño, cuya violencia estaba presente en el día a día a través de interacciones basadas en la agresión por medio de palabras y/o acciones, tales como: castigos, exposición de los niños a la humillación, actitudes prejuiciosas, interacciones permeadas por el abuso de poder, agresiones físicas y verbales entre los niños y sus compañeros, entre otras. La escuela donde se llevó a cabo la investigación está situada en un barrio periférico y muy pobre de una ciudad de tamaño medio del Estado de São Paulo, Brasil. Los niños procedían en su mayoría de familias negras pobres, algunas de las cuales vivían en asentamientos ilegales, con escasa o ninguna escolarización y cuyos trabajos eran informales y sin ingresos fijos.
Iniciamos la práctica con la lectura del libro mencionado y con la creación de un panel en la pared de la sala con avatares de los niños y niñas con imágenes de sus rostros vinculados a superhéroes y heroínas de su preferencia. Todo el alumnado es considerado valiente y valeroso y, a través del diálogo, se valora y se busca un comportamiento respetuoso y no violento por parte de todos los niños y niñas. De este modo, aprenden a valorar el comportamiento igualitario y a rechazar las conductas violentas. Para ello, se celebraron rondas de conversación al final de cada día, para identificar las acciones valientes y las acciones cobardes y debatirlas. Esto favorece la socialización preventiva de la violencia y el establecimiento de buenas amistades con interacciones de calidad. Es decir, aprenden a apoyar a las víctimas y a aislar a los que tienen comportamientos violentos, para que se replanteen sus acciones y comprendan que las acciones igualitarias dan lugar a un clima de respeto entre todos y todas.
El Club de Valientes Violencia Cero fue visto como un juego que diferencia las acciones valientes de las cobardes, además de señalar las cualidades de una buena amistad. Al comprender que quienes les atacan no son verdaderas amistades, empezaron a elegir con quién y cómo vivir e interactuar. Participar en el Club de Valientes les ayudó a posicionarse en contra de la violencia, tener el valor de denunciar a quienes son violentos, comprender y valorar a quienes les tratan bien y no practicar la violencia.
Como principales resultados de la investigación pudimos observar la mejora en la convivencia respetuosa entre todos en el aula y tuvimos informes de familiares de un cambio de comportamiento también en casa.
Un ejemplo observado en la escuela fue cuando, en el patio de arena, una niña pide participar en un juego en un balancín colectivo ocupado por seis niños de otra clase, y estos le impiden participar y la agreden verbalmente ordenándole que no permanezca cerca del juguete. En ese momento, los niños y niñas que formaban parte del Club de Valientes se acercan y junto con la niña se cogen de la mano y dicen que todos los niños y niñas tienen derecho a balancearse, porque la escuela es para todos y todas. Inmediatamente, el balancín se detiene y la niña y los demás niños empiezan a participar en el juego. En los hogares, una situación ilustrativa es el relato de una madre: «después del Club de Chicos Valientes, mi hijo no cae en las provocaciones de su hermano mayor; simplemente se mantiene alejado».
Hoy soy profesora universitaria y formo a maestras de guardería. El Club de Valientes y el Modelo Dialógico de Prevención y Resolución de Conflictos son contenidos que les enseño, ¡porque todos los niños tienen derecho a una vida libre de violencia!
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