Analizamos un artículo sobre una comunidad de aprendizaje

Recientemente se ha publicado un estudio acerca del impacto de las tertulias dialógicas (TD) y los grupos interactivos (GI) en el desarrollo de la conducta prosocial en una comunidad de aprendizaje (CdA). Tras su lectura, surgen serios interrogantes sobre la fiabilidad y rigurosidad científica, fundamentalmente a la luz de las omisiones e inconsistencias encontradas en su diseño y ejecución.

Analicemos algunos de los puntos más cuestionables:

1. Falta de detalles en el diseño del estudio. Resulta llamativa, en la descripción de la metodología, la ausencia de detalles cruciales sobre el funcionamiento y la implementación de las actuaciones educativas de éxito (AEE), como los grupos interactivos (GI) y las tertulias dialógicas (TD), en el centro educativo analizado. ¿Con qué frecuencia y de qué forma se llevaban a cabo estas actuaciones? La asiduidad y funcionamiento es información clave para identificar la efectividad de las AEE.

2. Limitaciones en la solidez y representatividad desde su enfoque cuantitativo. Desde este estudio, se defiende la necesidad de investigaciones cuantitativas en esta línea. Sin embargo, llama la atención que, habiéndose centrado en una sola escuela, trate de realizar inferencias generalizables. ¿Por qué no se ha llevado a cabo incluyendo más escuelas CdA? ¿Por qué no se ha contado con un grupo control? ¿De un estudio con nueve meses de diferencia en un diseño pre-post se puede hablar de longitudinalidad y extraer resultados con interpretaciones tan concluyentes?

3. El estudio concluye que las AEE “no generan mejoras” durante el tiempo que tiene lugar el estudio. No obstante, tengamos en cuenta que se está aplicando una escala en un centro que lleva ya un recorrido como CdA, y que puede presentar unos niveles de prosocialidad elevados (y, de hecho, los presenta, de acuerdo con los resultados obtenidos en este mismo estudio, aunque no se mencione).

4. En su discusión, propone que las AEE, sustentadas en la teoría del aprendizaje dialógico, deberían alinearse con los fundamentos de CEPIDEA. No solo se trata de una ocurrencia, sino que tampoco se fundamenta suficientemente ni el impacto de esa intervención ni sus bases científicas.

5. No se ha encontrado ninguna prueba que indique que los autores de este estudio hayan logrado con sus investigaciones mejorar resultados educativos en ninguna institución. Trasladándolo al campo de la medicina, sería como dar crédito a alguien que, sin haber participado nunca de una cirugía cardíaca, pretendiera evaluar y dictar cómo se realizan las operaciones de corazón.

Este estudio ha tomado como muestra a una pequeña parte del alumnado de una sola escuela. Sin embargo, las inferencias de sus conclusiones pretenden dictar cómo han de llevarse a cabo las AEE en el resto del mundo. No obstante, son más de 15000 los espacios que realizan TD alrededor del mundo y esta cifra va in crescendo. Y son muchas las décadas que se llevan implementando e investigando las AEE y su impacto.

La clave no está en basar las decisiones educativas únicamente en evidencia científica, o en centrarse en si esta se ha obtenido por procedimientos cuantitativos o cualitativos. El quid esencial radica en considerar y tomar como referencia aquellas evidencias científicas que realmente están demostrando un impacto social. Solo así se consigue la auténtica mejora de la educación y de la calidad de vida de las personas que las componen.

[Imagen: pxhere]

Por Susana León

Investigadora postdoctoral Margarita Salas de la Universitat de Barcelona. Profesora visitante en la Universidade Nova de Lisboa bajo el proyecto “We All Win” para la mejora educativa y la inclusión a través de entornos interactivos de aprendizaje con impacto social.