La comunidad de aprendizaje Santiago Apóstol del Cabanyal, Valencia, recibe el premio mención especial en los “I Premios de Bienestar Emocional”, organizados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional.
Entrevistamos a Roberto Martínez Rodríguez, jefe de estudios y coordinador de igualdad y convivencia.
El premio que han concedido a vuestro centro es sobre bienestar emocional en el ámbito educativo. ¿Podrías explicarnos por qué os han dado este premio y qué tipo de actuaciones desarrolláis?
Nosotros hemos centrado las actuaciones que hacemos en el centro de cara a asegurar el bienestar emocional del alumnado básicamente en dos, que son dos actuaciones educativas de éxito: el modelo dialógico de convivencia y la participación educativa de la comunidad. Esto va unido a otras pequeñas actuaciones comunitarias que realizamos en el centro. Estamos trabajando en estas actuaciones de éxito desde el año 2014. El modelo dialógico cuenta con toda la comunidad para detectar y resolver conjuntamente los problemas de convivencia. Estas actuaciones nos permiten llevar a las aulas las claves más importantes que la investigación va identificando para lograr aulas libres de violencia.
Premios como este son importantes para nosotros, no solo por la visibilidad que da a las actuaciones que más éxito están teniendo, sino porque también dan visibilidad a nuestra escuela. Este fue un sueño de algunas familias en la última fiesta del sueño que realizamos en la escuela, que la comunidad de aprendizaje del Santiago Apóstol y el trabajo que aquí se hace se conociera más allá de nuestro territorio, por lo que puede ayudar a otros niños y niñas y sus familias, también en otros lugares.
¿Destacarías algunos impactos que hayáis podido ver en vuestro centro?
El impacto que detectamos de forma clara es la reducción drástica de episodios violentos. Desde que empezamos estas actuaciones, dentro del proyecto de Comunidades de Aprendizaje, la violencia física casi ha desaparecido y solo se producen episodios muy aislados y puntuales de violencia, y veo muy importante destacar la reacción del alumnado rechazando la violencia ante esos pocos episodios. Creo que está muy arraigado en nuestro centro que no se permite la violencia y esto también ha llegado a las familias; tienen muy claro que cuando un alumno o una alumna utiliza la violencia, no se permite y va a tener una consecuencia. La comunidad rechaza ese comportamiento y no se trivializa ningún acto de violencia.
Otro impacto importante es el aumento del diálogo y la capacidad que tiene nuestro alumnado de visibilizar y poner en valor las actitudes y comportamientos positivos, con valores asociados a la amistad, a estar bien en un aula, a comportarse con respeto y educación con los compañeros y compañeras y con el profesorado.
¿Cuál ha sido vuestra experiencia en cuanto a la implicación del personal del centro y de la comunidad?
Una suerte que tiene nuestra escuela es la de una plantilla consolidada y con poca movilidad en la que todas las personas hemos recibido mucha formación en estas actuaciones. Esto ayuda a la aplicación de las las actuaciones. La formación ha sido un elemento muy importante: la formación dialógica del profesorado, en base a evidencias, en base a actuaciones que funcionan; ha sido clave en estos espacios poder leerlo, debatirlo y ponerlo en marcha en las salas.