Las evidencias científicas demuestran que para erradicar la violencia de género es clave afrontar la Violencia de Género Aisladora (IGV por sus siglas en inglés), que es aquella que se comete contra los principales apoyos de las víctimas con el objetivo de poner barreras a las denuncias y mantener la ley del silencio en torno al acoso sexual y la violencia. Por ello, el conocimiento científico con impacto social sobre esta línea de investigación es un campo creciente en la actualidad y que abre un horizonte esperanzador para la erradicación de la violencia de género.
El artículo científico Health impacts of Isolating Gender Violence, publicado en ’SAGE Open’, avanza en este sentido analizando los impactos de la IGV en la salud física y mental de sus víctimas explorando por primera vez las percepciones de un grupo de 25 mujeres y 4 hombres víctimas de este tipo de violencia.
Los resultados revelan un deterioro en la salud reportado por todas las personas participantes a causa de la IGV. A nivel físico, concretado en problemas de insomnio, dolores de cabeza, trastornos gastrointestinales, fatiga/agotamiento físico, arritmias o cambios en el ritmo cardíaco, migraña, pérdida de apetito/trastornos alimentarios, mareos, eczemas y/o herpes, pérdida de peso y, en alguno de los casos, reacciones alérgicas y dolores musculares. A nivel de salud mental, se informaron síntomas de estrés, ansiedad, miedo, nerviosismo, pensamientos reflexivos, dificultades para concentrarse, disminución de la confianza, ganas de llorar, tristeza, agotamiento mental, impotencia y enfado. Además, en 14 de las entrevistas con participantes que eran padres o madres, apareció una extrema preocupación por la seguridad y la salud de sus hijos denunciando haber recibido acosos, insultos y humillaciones en redes sociales y grupos de WhatsApp utilizados por algunas familias en las escuelas y donde estos y estas participantes también eran miembros, o al llegar a la escuela con sus hijos e hijas.
En primer lugar, las implicaciones de estos hallazgos son muy relevantes para la superación y prevención de dos tipos de violencia: la violencia de género y la violencia de género aisladora. En segundo lugar, estos hallazgos también pueden contribuir a la prevención y respuesta efectivas en instituciones comprometidas con la eliminación del acoso sexual. En tercer lugar, conocer la evidencia de investigación sobre los impactos de la IGV en la salud ayudará a los y las profesionales a brindar un mejor apoyo a estas víctimas.
Esta investigación es un primer paso en la investigación en ciencias de la salud para avanzar hacia sociedades libres de IGV y, por tanto, más saludables. Proteger a quienes apoyan a las víctimas de acoso sexual no es solo una cuestión ética y legal, sino también una preocupación de salud pública. A menos que quienes protegen a las víctimas reciban reconocimiento social y protección por parte de las instituciones y la comunidad contra el acoso que sufren, la eliminación de la violencia de género en la sociedad será un horizonte extremadamente lejano con mayores y más graves costos humanos.