Cuando iba a la escuela recuerdo tener debates sobre si las personas en sí mismas por su naturaleza eran buenas o malas. Había quien pensaba una cosa y quien pensaba la otra pero, claro, nadie nos explicaba ni nos acercaba lo que las evidencias científicas dicen al respecto. La lección es muy sencilla y directa: se aprende a ser buena persona, tal como evidencia el proyecto Making Caring Common de la Universidad de Harvard: el cariño y la compasión son habilidades vitales que se pueden enseñar y que tienen el poder de promover la tolerancia y la inclusión en nuestras escuelas, comunidades y vecindarios.
El acoso y la violencia hacia la infancia es un problema que afecta a millones de niños y niñas en el mundo y se ha identificado que son más vulnerables de sufrir violencia aquellos y aquellas que son “diferentes” por algo, bien sea por tener discapacidad, pertenecer a otra cultura, minoría étnica u otra religión o por pertenecer al colectivo LGTBI+. En concreto, el proyecto de Harvard se centra en la importancia de enseñar al alumnado un conjunto de lecciones para inspirar y capacitar a las niñas y niños para que sean embajadores del bien más allá de sus grupos sociales cercanos, que son los que identifican como “más parecidos a ellos y ellas”.
Los centros educativos son lugares ideales para llevar a cabo esta capacitación para la diversidad de alumnado que convive en ellos; no hace falta imaginarnos una situación ficticia o hacer una ficha en la que indiquen qué harían si… porque justamente su día a día es una oportunidad maravillosa para aprender a poner en práctica la bondad en sus relaciones con la diversidad de compañeros y compañeras.
Pero tal vez tengamos dudas de cómo enseñar estas habilidades, es decir, a ser cariñosos (tratar bien) y ser compasivos (desarrollar la solidaridad y la empatía). La ciencia ha demostrado que hay formas de organizar las aulas y programas que potencian comportamientos de ayuda y de buen trato y que, por tanto, previenen la violencia hacia los colectivos más vulnerables. Aquí recogemos aquellas en las que se han obtenido resultados positivos en el desarrollo de estas habilidades vitales:
Entornos interactivos de aprendizaje a través de grupos interactivos y tertulias literarias dialógicas
En este estudio se pretendía recoger los beneficios que obtiene el alumnado que no es de educación especial al ser educados en entornos compartidos de aprendizaje. Los resultados indicaron que:
- El alumnado sin NEE (necesidades educativas especiales) aprende a respetar a los y las demás, a aceptar las diferencias y a reconocer las diferentes capacidades, creando oportunidades para desarrollar nuevas amistades.
- Aprenden habilidades relacionadas con ayudar a los demás a participar y aprender, a ser pacientes y a obtener la satisfacción de ayudar a los demás a aprender y a comportarse mejor.
- Se benefician del esfuerzo cognitivo necesario para explicarse y de las aportaciones de los compañeros y compañeras con NEE de quienes pueden aprender.
Club de valientes violencia 0
La investigación demostró la eficacia de esta actuación educativa de éxito para:
- Crear sentimientos de solidaridad y amistad que protegen del acoso. El alumnado desarrolló sentimientos positivos con las víctimas, deseando protegerlas e involucrándose en una amistad con ellas.
- Transformar comportamientos irrespetuosos en respetuosos, practicando conductas de apoyo.
- Sentir que el grupo va a apoyar a quien cuente experiencias de acoso, lo que promueve romper el silencio porque el miedo se convierte en confianza.
- La bondad, el cariño y la solidaridad son vistas como atractivas y logra que los comportamientos violentos pierdan protagonismo y valor en el aula.
Como ya hemos indicado en otras ocasiones, no hay que “innovar”, sino que hay que poner en práctica aquello que tiene un aval científico. No podemos dejar las trayectorias de vida de la infancia en manos del azar. ¡Si queremos educar y enseñar la bondad ya sabemos como hacerlo!
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Doctora en Educación. Durante 23 años maestra de pedagogía terapéutica y educación primaria y 8 años directora del CEIP L'Escolaica. Profesora sustituta en la Universidad de Valencia.