Hace más de diez años, se habían publicado los resultados del proyecto europeo INCLUD-ED. Multitud de artículos y monográficos daban a conocer las comunidades de aprendizaje y las actuaciones educativas de éxito que logran la mejora académica y mejoran la cohesión social en cualquier contexto. No obstante, desde las universidades, algunos profesores lo negaban ante sus estudiantes con justificaciones contextualistas que reproducen desigualdades y acusando de cientificistas a las personas investigadoras implicadas.
Afortunadamente, el desencanto no logró superar la esperanza de algunos estudiantes que deseaban llevar la mejor educación a las personas más vulnerables en los contextos que más lo necesitan. El investigador principal del citado proyecto europeo afirmaba rotundamente ante estos mismos estudiantes que “no solo es posible en vuestro contexto, sino que van a llegar”, argumentando ampliamente su respuesta.
Estas dos posturas siempre llevan a preguntarse el por qué, si cuesta más enviar a un joven a la cárcel que a Yale (Castells, 1997, p. 175). La pregunta debe ser más bien quiénes se estaban lucrando del fracaso escolar cuando se conocía cómo mejorar resultados con los recursos existentes. Una respuesta la podemos encontrar en personas o entidades que buscan su protagonismo o beneficio a costa de los logros de otras. Otra respuesta más evidente la podemos encontrar en uno de estos profesores universitarios, el primero que nos habló en su docencia contra las comunidades de aprendizaje, afirmando que no funcionaban, y contra las personas investigadoras de CREA, haciendo difusión de las mentiras que inventaron los acosadores sexuales de la universidad. Ahora sabemos por la prensa que este profesor ha sido detenido por la policía para ser investigado por presunto uso fraudulento de subvenciones destinadas a fines sociales.
El impacto social ha dado la razón a las personas investigadoras que fueron duramente atacadas, ya que las actuaciones educativas de éxito están llegando a más lugares, con más personas y para más personas. Han logrado también que otro profesorado universitario vuelva a reencantarse con su profesión y que, al ver por primera vez una actuación educativa de éxito, diga con brillo en los ojos:
“Esto es lo que siempre he dicho que debería ser la educación y me dijeron que era imposible”.