Un año más, se acerca el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Desde los centros educativos se busca cómo celebrar este día, visibilizando y ensalzando a mujeres que han pasado a la historia como referentes de la igualdad y la superación de la violencia contra las mujeres. Sin embargo, también a veces se ha ofrecido al alumnado referentes que, tanto en sus vidas como en sus obras, han demostrado actuar contra esos valores. Señalo dos ejemplos de errores graves y una forma de corregirlos en nuestro trabajo con el alumnado.
El primer error es escoger como referentes de esos valores a quienes actuaron contra ellos; la solución es elegir a quienes los promovieron. Uno de los casos más graves es cuando se pone como referente del feminismo a Simone de Beauvoir, que defendió públicamente la despenalización de la pederastia y fue suspendida de su puesto de trabajo en la universidad por acoso a alumnado. Además, despreciaba a las mujeres que no habían tenido la oportunidad de estudiar y habían dedicado su vida al trabajo en ámbitos no académicos y la crianza. Una alternativa es poner de referente a Jane Addams, premio Nobel de la Paz en 1931, que mejoró la vida de muchas personas desde Hull House, una casa en la que acogió las miserias de un barrio desatendido de Chicago y las transformó en posibilidades importantes como la de tener un hogar, alimentos, atención médica y también formación educativa, programas culturales y participación en reformas sociales. Hay muchas más mujeres que pueden ser mejores referentes que Simone de Beauvoir, quien colaboraba con el gobierno nazi de Vichy, mientras miles de Mujeres Libres luchaban contra el nazismo en Francia después de haber luchado contra la dictadura franquista en España.
Otro de los errores es invisibilizar a las mujeres que han protagonizado la historia. Cuando se habla de la revolución rusa, se olvida que la primera de ellas fue iniciada el 8 de marzo por el movimiento de mujeres. Estas manifestaciones propiciaron la revolución de febrero de 1917, que se reconoce el 23 de febrero de aquel año, según el calendario juliano que se utilizaba en Rusia en ese momento, y que corresponde, siguiendo el calendario gregoriano que se emplea en occidente, con el día 8 de marzo. Luego fueron invisibilizadas por la historia oficial de la revolución, sustituyéndolas por otras que sí apoyaron la deriva posterior hacia la violencia y la dictadura.
Mujeres como estas son fuente de inspiración y, sin embargo, no siempre es necesario mirar hacia arriba para encontrar referentes. A veces basta con mirar al lado. También muchas mujeres de nuestro entorno han contribuido a mejorar la vida de otras mujeres y de la sociedad. Mujeres adultas que, aun no habiendo tenido la oportunidad de acceder a una formación, supieron reconocer en la educación el camino hacia una vida con sentido y trabajaron para que sus hijas e hijos, y también las próximas generaciones, tuviéramos la posibilidad de estudiar y de poder elegir con libertad. Estas mujeres, que podemos reconocer en nuestras familias, amistades, vecinas, han contribuido al feminismo de verdad y son, sin duda, dignas de ser referentes en cualquier 8 de marzo.