Cualquier persona dedicada a la educación sabe que hay contenidos esenciales en cada una de las asignaturas impartidas en cualquiera de las etapas educativas. En el caso de la educación musical, fomentar el gusto y el disfrute de las mejores obras musicales de la humanidad siempre ha sido un aspecto clave aunque, en muchas ocasiones, he escuchado opiniones del tipo “cómo va a gustarle la música que se escribió hace siglos”, “tenemos que adaptarnos a los intereses del alumnado” o “ponles flamenquito, ¿para qué quieren escuchar Mozart o Beethoven?” Comentarios que reproducen bulos y bajas expectativas sobre qué música debería escuchar cada persona según su origen social o cultural.

Gracias al artículo “Democratizando el gusto por la música clásica para todas las personas”, tenemos evidencias científicas de cómo las tertulias musicales dialógicas (TMD) fomentan el gusto por las mejores obras musicales de la humanidad, a la vez que rompen con la falsa creencia de que la música clásica es para unos “pocos elegidos”.

Estas opiniones escritas arriba forman parte del denominado elitismo cultural, una de las barreras que impiden que las personas puedan disfrutar de la mejor música de la humanidad. Autores como Bourdieu defendieron ese elitismo, opinando que el capital cultural estaba dividido por clases sociales y que cada una de ellas viene vinculada a un “habitus”, unas condiciones preconcebidas. 

Aunque muchos autores se han visto influenciados por estas teorías, el artículo relata que, en la época de Mozart, el público de sus conciertos era mayoritariamente gente del pueblo; que durante el siglo XIX la ópera movilizó a los pueblos para luchar por sus derechos; o el hecho de que, personalmente, tuviera una abuela sin estudios primarios y con una cultura musical y un amor por obras como “Carmina Burana” de Orff envidiables. 

En contraposición a estas teorías, que no han servido para mejorar ninguna vertiente de la sociedad, el artículo nos muestra cómo las tertulias musicales dialógicas, basadas en el diálogo igualitario y la escucha de las obras musicales más valoradas de la humanidad, crean un impacto positivo en contextos muy diversos, demostrando que cualquier persona, venga de donde venga, tenga la edad y los estudios que tenga, puede disfrutar, aprender y comprender este tipo de obras mundialmente valoradas. 

Las personas que hemos participado en este tipo de tertulias conocemos de primera mano las inquietudes que todos los participantes hemos tenido a la hora de realizarlas. La falta de comprensión musical o la inexperiencia en la música clásica nos ha hecho tener, en mayor o menor medida, la sensación de no ser capaces de poder disfrutar de ella, de que quizá no es una música hecha para nosotros. Esas dudas se disipan gracias al diálogo igualitario utilizado en las tertulias; se crea un espacio seguro en el que la inteligencia cultural de cada persona es querida, necesitada y valorada. Un espacio de cocreación de conocimiento que rompe barreras para aumentar nuestro aprendizaje instrumental sobre las mejores obras musicales, su contexto histórico, las biografías de los autores y autoras… y adentrarnos de lleno en las sensaciones que cada instrumento, cada movimiento y cada obra nos hacen sentir. 

Todos estos sentimientos positivos creados gracias a las tertulias musicales dialógicas hacen que tu criterio sobre esta música cambie radicalmente; hace que después de participar te animes a añadir música clásica a tu vida, llenándola de belleza. 

[Imagen creada con IA en Bing]
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Por Francisco Orgilés

Maestro de música y primaria en el colegio Virgen de la Salud de Elda